La insoportable levedad de "la oposición".
Más de lo mismo:
las mujeres suelen ser unas fieras....
contra Cristina.
Desde hace dos años, no dejo de registrar en éste o en mis otros blogs, el feroz ataque personal que sufre Cristina Fernández en su condición de mujer por parte de otras mujeres. Y en cada ocasión que se presenta un elemento que me sirve para sostener mi afirmación de que tales ataques son movidos por sentimientos negativos, que van desde la envidia hasta el odio liso y llano por parte de un machismo que muchas mujeres sostienen consciente o inconscientemente; cada vez que eso sucede, repito, aprovecho para dar una vuelta de tuerca sobre el tema.
La mayor parte de las veces, esa descalificación de género para Cristina Fernández que provienen de otras mujeres, son burdas manifestaciones que no merecen el mayor análisis. Un ejemplo típico de esa clase serían los textos de Silvina Walger, por nombrar una. Pero a veces provienen de mujeres que tienen valores personales y muestras actitudes públicas que las alejan de la vulgaridad o del recurso del lugar común. Y sin embargo, la descalificación está ahí, latente.
Leo con estupor un texto firmado por la senadora Norma Morandini y publicado en BAE del domingo. El texto lleva por título Sigue marcando el paso la mujer del tango y tiene como excusa de escritura y edición la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
La tesis del texto de la senadora es que, si bien las mujeres han avanzado en sus conquistas desde que comenzaron su lucha por la igualdad de derechos, aún falta mucho camino por recorrer (hasta aquí, joya) y, en nuestra sociedad, sigue rigiendo el modelo de la mujer que, si llega, sobre todo en política, es porque viene colgada del brazo de un hombre o, como dice Morandini: "nacidas de una costilla masculina, sea un padre o un marido". Y pone como ejemplo, por supuesto, a Cristina Fernández.
¿Y cómo lo argumenta? Con las muletillas mil veces repetidas por los medios: Cristina fue designada por su marido, previo prepoteo de éste a las instituciones y a la prensa y gracias a su abultada chequera. Exactamente lo dice así:
Es increíble: Cristina, que una vez es Kirchner y otra vez es Fernández en el texto de Morandini, es Presidenta de la Nación Argentina porque fue designada por su marido. Fue votada por el pueblo, sí, pero... fue puesta por el marido. Signos de que aún no superamos la época del paternalismo, a pesar de las apariencias.
Olvida Norma Morandini un pequeño detalle: quien siguió en cantidad de votos populares a Cristina Fernández (8.860.000 votos) en la elección presidencial de 2007 fue otra mujer, Elisa Carrió (4.402.000 votos en) y, si no hubiese sido por la diferencia de votos entre una y otra candidata que conforme a la ley electoral eludió una definición, habría existido una segunda vuelta entre dos mujeres. ¿Quién es el padre o marido que catapultó a Elisa Carrió a la política nacional? Exceptuando a Dios (que todavía nadie sabe si es masculino o femenino), nadie. No hay tal macho. Evidentemente, para Morandini, Elisa Carrió no le sirve como prueba para sostener eso de que la mujer en la política argentina es porque está apañada por un macho poderoso. Entonces elimina a Carrió de sus análisis.
Pero hay más.
Como dije, para Norma Morandini, nuestra Presidenta es Cristina, una vez Kirchner, otra vez Fernández. Ya meterle el apellido del marido como sustitución del propio es una práctica anacrónica, bien machista. Pero además, al hacerlo, trata de probar lo que afirma con un argumento absurdo: la dilución de la identidad de la presidenta mediante la nihilización del apellido, acto que ejecuta ella misma, o sea la senadora Morandini. ¿Es malintencionado el acto de colocar el apellido del marido a la Presidenta? ¿O es el producto de los propios mambos internos, que tienen esa puta manía de traicionarnos una y otra vez a la hora de hablar o de escribir? ¿O es, simplemente, la muletilla repetida una vez más, conscientemente, destinada a instalar el verso ya conocido?
Dice Norma Morandini:"La confusión entre lo público y privado, expresada en el traspaso del poder: la banda y el bastón entregados más como símbolos domésticos de un marido a su esposa."
¿Por qué el traspaso de la banda y el bastón entre del presidente saliente al entrante es símbolo de lo público cuando es, por ejemplo, entre Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, o entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem y cuando es entre Néstor Kirchner y Cristina Fernández es símbolo de lo privado? ¿Quién lo dice? ¿Es lo que Norma Morandini dice que el acto expresa, o es el mambo que tiene en la cabeza la senadora y se toma la libertad de dar por verdadero lo que ella cree, lo que ella siente, o lo que ella sufre? Con el mismo criterio de elevar la propia subjetividad a realidad peregrina, cualquier comentarista de los sótanos de lanacion.com o de Perfil podría afirmar que la famosa foto en la que Néstor Kirchner toma con las dos manos un bastón de mando que Eduardo Duhalde parece no querer largar es un símbolo de cofradía, de mafia.
El único signo objetivo e indubitable que representa tal acto de alto simbolismo es precisamente ése: el simbolismo del traspaso del poder, conforma a las normas impuestas por la Constitución. Lo demás está en la cabeza del observador y hay que hacerse cargo de la propia cabeza y de sus interpretaciones.
Termina afirmando la senadora juecista:
¿Se refiere a Cristina Fernández, a quien llama Kirchner a pesar de la fortísima personalidad de Cristina Fernández, o sea de Fernández, o se refiere a Hilda Beatriz González de Duhalde, quien se hace llamar ella misma Chiche Duhalde?
A veces el tercero no se conforma con mirar bailar el tango A veces, el tercero se acopla a la pareja que baila el tango en un oportunista ménage à trois político. Y después del baile, y aún en la resaca de la danza erótica (el tango lo es, la metáfora la eligió la senadora) ellas: la independiente y la dependiente del padre-hombre, levantan las manos, juntas, para votar.
En contra de la yegua, claro.
La mayor parte de las veces, esa descalificación de género para Cristina Fernández que provienen de otras mujeres, son burdas manifestaciones que no merecen el mayor análisis. Un ejemplo típico de esa clase serían los textos de Silvina Walger, por nombrar una. Pero a veces provienen de mujeres que tienen valores personales y muestras actitudes públicas que las alejan de la vulgaridad o del recurso del lugar común. Y sin embargo, la descalificación está ahí, latente.
Leo con estupor un texto firmado por la senadora Norma Morandini y publicado en BAE del domingo. El texto lleva por título Sigue marcando el paso la mujer del tango y tiene como excusa de escritura y edición la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
La tesis del texto de la senadora es que, si bien las mujeres han avanzado en sus conquistas desde que comenzaron su lucha por la igualdad de derechos, aún falta mucho camino por recorrer (hasta aquí, joya) y, en nuestra sociedad, sigue rigiendo el modelo de la mujer que, si llega, sobre todo en política, es porque viene colgada del brazo de un hombre o, como dice Morandini: "nacidas de una costilla masculina, sea un padre o un marido". Y pone como ejemplo, por supuesto, a Cristina Fernández.
¿Y cómo lo argumenta? Con las muletillas mil veces repetidas por los medios: Cristina fue designada por su marido, previo prepoteo de éste a las instituciones y a la prensa y gracias a su abultada chequera. Exactamente lo dice así:
Sin duda, Cristina Kirchner fue elegida por el voto mayoritario de los argentinos. Sin embargo la presidenta, que tuvo veinte años en la conturbada década del setenta, al igual que la segunda mujer de Perón sucedió a su marido, Néstor Kirchner. La confusión entre lo público y privado, expresada en el traspaso del poder: la banda y el bastón entregados más como símbolos domésticos de un marido a su esposa.
Algunas explicaciones son historia reciente: el ex presidente recompuso la autoridad de su investidura a expensas de debilitar a los otros poderes, sobreactuó esa autoridad con desprecio a la oposición, a la prensa y gracias a la abultada chequera del superavit fiscal que le permitió cambiar votos por favores. Y en el mejor estilo de su personalismo designó como candidata a su mujer, la entonces senadora Cristina Fernández quien en las urnas duplicó los votos con los que se eligió a su marido...
(...)
Como pocos países en el mundo...tenemos en la Presidencia a otra mujer. En el Parlamento, gracias a la Ley de Cupos, Argentina está entre los primeros países con mayor representación femenina. Sin embargo, no se erradicó el modelo de las mujeres poderosas nacidas de una costilla masculina, sea un padre o un marido.
(...)
Si la participación de las mujeres es indudablemente un signo de modernidad, en Argentina lejos estamos de los modelos de las mujeres autónomas y vale preguntar su comos una metáfora o una sombra del poder masculino...(...) vivimos los fenómenos nuevos con ropajes viejos.
fuente: Norma Morandini, senadora. BAE domingo, 7 de marzo 2010, pg. 17
Es increíble: Cristina, que una vez es Kirchner y otra vez es Fernández en el texto de Morandini, es Presidenta de la Nación Argentina porque fue designada por su marido. Fue votada por el pueblo, sí, pero... fue puesta por el marido. Signos de que aún no superamos la época del paternalismo, a pesar de las apariencias.
Olvida Norma Morandini un pequeño detalle: quien siguió en cantidad de votos populares a Cristina Fernández (8.860.000 votos) en la elección presidencial de 2007 fue otra mujer, Elisa Carrió (4.402.000 votos en) y, si no hubiese sido por la diferencia de votos entre una y otra candidata que conforme a la ley electoral eludió una definición, habría existido una segunda vuelta entre dos mujeres. ¿Quién es el padre o marido que catapultó a Elisa Carrió a la política nacional? Exceptuando a Dios (que todavía nadie sabe si es masculino o femenino), nadie. No hay tal macho. Evidentemente, para Morandini, Elisa Carrió no le sirve como prueba para sostener eso de que la mujer en la política argentina es porque está apañada por un macho poderoso. Entonces elimina a Carrió de sus análisis.
Pero hay más.
Como dije, para Norma Morandini, nuestra Presidenta es Cristina, una vez Kirchner, otra vez Fernández. Ya meterle el apellido del marido como sustitución del propio es una práctica anacrónica, bien machista. Pero además, al hacerlo, trata de probar lo que afirma con un argumento absurdo: la dilución de la identidad de la presidenta mediante la nihilización del apellido, acto que ejecuta ella misma, o sea la senadora Morandini. ¿Es malintencionado el acto de colocar el apellido del marido a la Presidenta? ¿O es el producto de los propios mambos internos, que tienen esa puta manía de traicionarnos una y otra vez a la hora de hablar o de escribir? ¿O es, simplemente, la muletilla repetida una vez más, conscientemente, destinada a instalar el verso ya conocido?
Dice Norma Morandini:"La confusión entre lo público y privado, expresada en el traspaso del poder: la banda y el bastón entregados más como símbolos domésticos de un marido a su esposa."
¿Por qué el traspaso de la banda y el bastón entre del presidente saliente al entrante es símbolo de lo público cuando es, por ejemplo, entre Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, o entre Raúl Alfonsín y Carlos Menem y cuando es entre Néstor Kirchner y Cristina Fernández es símbolo de lo privado? ¿Quién lo dice? ¿Es lo que Norma Morandini dice que el acto expresa, o es el mambo que tiene en la cabeza la senadora y se toma la libertad de dar por verdadero lo que ella cree, lo que ella siente, o lo que ella sufre? Con el mismo criterio de elevar la propia subjetividad a realidad peregrina, cualquier comentarista de los sótanos de lanacion.com o de Perfil podría afirmar que la famosa foto en la que Néstor Kirchner toma con las dos manos un bastón de mando que Eduardo Duhalde parece no querer largar es un símbolo de cofradía, de mafia.
El único signo objetivo e indubitable que representa tal acto de alto simbolismo es precisamente ése: el simbolismo del traspaso del poder, conforma a las normas impuestas por la Constitución. Lo demás está en la cabeza del observador y hay que hacerse cargo de la propia cabeza y de sus interpretaciones.
Termina afirmando la senadora juecista:
En la política, por ahora, sigue marcando el paso el modelo de la mujer del tango, que más se luce cuanto mejor se acopla al hombre, que es quien realmente marca los pasos de esa danza de a dos para un tercero que mira.
fuente: la misma de la cita anterior. Todas las negritas fueron colocadas por mí.
¿Se refiere a Cristina Fernández, a quien llama Kirchner a pesar de la fortísima personalidad de Cristina Fernández, o sea de Fernández, o se refiere a Hilda Beatriz González de Duhalde, quien se hace llamar ella misma Chiche Duhalde?
A veces el tercero no se conforma con mirar bailar el tango A veces, el tercero se acopla a la pareja que baila el tango en un oportunista ménage à trois político. Y después del baile, y aún en la resaca de la danza erótica (el tango lo es, la metáfora la eligió la senadora) ellas: la independiente y la dependiente del padre-hombre, levantan las manos, juntas, para votar.
En contra de la yegua, claro.
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