domingo, 7 de marzo de 2010

El Día Internacional de la Mujer y Cristina Fernández.

Reflexiones de un ciudadano de a pie.

Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá, Cecilia Pando, Elisa Carrió, Cristina Fernández, Mario Puzzo, Manuel Zelaya, Roberto Micheletti y el Dia Internacional de la Mujer.


Tengo para mí que el valioso axioma todo tiene que ver con todo es la variante popular del principio de la concatenación universal de objetos y fenómenos que forma parte del materialismo dialéctico. Como sea, más allá de que esa identificación sea correcta o no, sí tengo para mí, de todos modos, que el axioma del todo tiene que ver con todo es irrefutable y sólo hay que poner un poco de intelgencia en la mirada hacia los objetos y fenómenos dispersos, aislados y aparentemente desconextados entre sí para descubrir aquéllo que, finalmente, los une. Para quien quiera ver, todo tiene que ver con todo.

Así, por ejemplo, alguien podría preguntarme como una forma de objección apriorística de esta entrada, partiendo del título: ¿Qué tienen que ver Mariano Grondona, Joaquín Morales Solá, Cristina Fernández, Roberto Micheletti, Elisa Carrió, Cecilia Pando, Cristina Fernández y el Día Internacional de la Mujer? Pues tienen que ver, porque todo tiene que ver con todo.

Como lo sabe mi lector, yo no considero que Cristina Fernández habrá de ser objeto de un golpe de estado blanco o blando, institucional o como se lo quiera llamar: Yo considero que ese golpe de estado al modo siglo XXI ya comenzó a ejecutarse.

La estrategia está a la vista: los grupos de poder que se sienten afectados por este Gobierno han de comprometer a los dos poderes del estado que pueden manejar a su antojo, parte del Judicial (con jueces del palo), y el Congreso (que ahora controlan apurando una mayoría) para destituir a la Presidenta por la vía insitucional. Ya manifesté en otra entrada que golpe de estado institucional es un oxímoron hórrido, pero es lo que es y es lo que hay.

En términos sencillos, buscando la imagen que permita a todo el mundo asimilar la idea, se recurre al golpe hondureño, al golpe cívico-militar que derrocó a Manuel Zelaya porque Manuel Zelaya, según confesó el propio golpista Micheletti al corresponsal de Radio Nacional y Clarín en Tegucigalpa, Néstor Restivo: "se nos fue demasiado a la izquierda: puso comunistas". Todo el mundo conoce la historia: Manuel Zelaya se metió en una política que beneficiaba a los sectores más postergados de Honduras, ingresó su patria al ALBA, y fue a la busca de una encuesta no vinculante adosada a una elección política y el Congreso y la Corte de Justicia de ese país armaron toda una parafernalia jurídica para destituirlo.

No contaban los golpistas hondureños con la reacción unánime de todo un continente (y de todo Occidente en realidad), así que se permitieron algunos desaguisados, tales como perdonarle la vida a Zelaya y, en lugar de ese crimen, condenarlo, sin juicio alguno, al destierro.

Después que el escándalo estalló en todo el mundo, los golpistas hicieron un millón de esfuerzos para la correcta "escritura de la historia", para usar una expresión que hoy sacó a relucir, no inocentemente, Morales Solá en su columna, y que fue comentada en otra entrada de este blog. Pero, ni el millón de intentos retóricos pudo ocultar la "desprolijidad" del secuestro y destierro del Presdiente. No hallaron ningún argumento legal, ni siquiera uno digerible para las masas menos exigentes en materia de institucionalidad.

Vea usted, lector, como gambeteó esa desprolijidad La Nación, en un editorial de meses atrás:

...más allá de la forma en que fue puesto en un avión rumbo al exilio, no respetó la división de poderes ni acató la prohibición dictada por la Corte Suprema y el Congreso para que siguiera adelante con algo tan delicado como una reforma constitucional en beneficio propio y de su principal socio externo, Chávez.

Si se mira hacia atrás, el daño ya está hecho; si se mira hacia adelante, y se respeta la voluntad del pueblo hondureño, debería hacerse borrón y cuenta nueva para permitirle que vuelva a la normalidad.

fuente: editorial de La Nación sobre las elecciones en Honduras


¿Se lo traduzco al lenguaje llano? Puedo usar hasta las mismas palabras: Más allá de las formas, el daño está hecho; borrón y cuenta nueva, y ¡a la normalidad!

De lo tratan los golpistas aquí y ahora es, pues, evitar esas desprolijidades chuscas, tales como "la forma en que fue puesto en un avión rumbo al exilio". Hay que hacerlo bien.

Bien. Hasta aquí, todo está claro como el agua de los ríos patagónicos: El poder económico echó a andar en Argentina el golpe de estado a la siglo XXI, cuyo modelo inspirador es el de Honduras. En el mismo editorial citado más arriba, se escribió la tajante sentencia: "un país no puede estar atado al destino de un presidente". ¡Cómo!: ¿Y los votantes? ¡Ah!, no eso no importa. Los pueblos se equivocan.

Ahora bien: El golpista argento se pregunta ahora: ¿cómo evito la condena de la historia? ¿Cómo hago para que la escritura de la historia sea la correcta?

Hay dos prevenciones que el golpismo artento parece querer seguir: hacer las cosas más prolijas que las hechas en Honduras; y, dos, para evitar que se les reconozca a ellos la responsabilidad por la conspiración, se hace necesario culpar a la víctima. Pero no de la forma burda que el editorial citado mencionó: después de todo Zelaya quiso hacer lo que no estaba permitido por la Constitución (lo cual es falso, pero esto es harina de otro costal). No, aquí se le echa la culpa a la víctima con el argumento de que es el propio matrimonio Kirchner que está pergeñando que la Presidenta sea destituida a la hondureña, para escapar, no en helicópetero, que es vergonzoso, sino como víctimas de una conspiración, que es más tolerable para el juicio de la historia.

Mariano Grondona titula su columna dórica y jónica de hoy: Los Kirchner, ¿temen caer, o quieren caer?. ¡Ja! En realidad, el hombre es burdo a la hora de hacer la tarea, pero bueno, es quien es y sus chapuzas cuentan. Lo de Mariando Grondona no es más que poner en el título lo que ya ha expresado varias veces Morales Solá, y que surgió, como es fama, de labios de Elisa Carrió, hace un tiempo ya. Es instalar la idea: si hay un golpe es porque ellos lo provocaron, porque en el fondo lo querían.

Si se lo estudia con un poquito de cuidado, si se lo lee con el debido detenimiento, ése es, precisamente, el argumento del violador: me provocó, ella me buscaba, usaba ropas provocadoras. La violé, sí, pero la culpa es de ella. ¿No ve las polleritas cortas que usa, señor juez? Se la estuvo buscando. En el fondo lo quería.

Mañana se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer. Mucho camino te falta por recorrer aún, muchacha. Aún vivimos en una sociedad en la cual la víctima de una violación es, de alguna manera cínica y cruel, responsable de su padecimiento. Aún vivimos en una sociedad en la que el poder no tolera una mujer que se les pare de manos a la sacrosanto y patriarcal sociedad corporativa de los poderosos. Recuerdo aquí las palabras de la escritora canadiense Margaret Artwood: "Todavía consideramos a un hombre poderoso como un líder nato, mientras que a una mujer poderosa, una anomalía." Vivimos en una sociedad en la que una mujer puede afirmar sin tapujo alguno que ha de defender la causa de los criminales de la dictadura, "aun de aquellos que robaron bebés". Vivimos en una sociedad en la cual todavía hay mujeres que pueden afirmar sueltas de cuerpo: "Los hijos de Ernestina Herrera de Noble son nuestros hijos". Vivimos en una sociedad muy enferma aún, en la cual todo el mundo se permite basurear a la Presidenta de la Nación Argentina a la hora del tratamiento hacia ella porque es mujer. Una mujer con poder, es decir, una anomalía. Una anomalía intolerable.

Vivimos aún en una sociead en la cual el argumento ella en el fondo lo estuvo buscando del violador puede ser extrapolado con total impunidad a las instituciones. Todavía vivimos en una sociedad en la cual la orden mafiosa que parezca un accidente puede ser extrapolada con total impunidad a las instituciones y a la vida política.

Pero, bien vale recordarlo, la Libertad es hembra, bien hembra:





Alfredo Arri

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