Televisión.
Discovery Channel, el Santo Sudario y Leonardo:
Un Relato muy bien logrado.
Como es fama, el Santo Sudario de Turín es uno de los objetos más fascinantes para los aficionados a los misterios que resisten a las explicaciones científicas. Para muchos, por supuesto, se trata de una reliquia del catolicismo y, como tal, es objeto de veneración. Pero para muchos otros, se trata de uno de esos huesos duros de roer para la ciencia, lo cual lo hace tan atractivo. Para estos últimos, entre los que me incluyo, el famoso lienzo no es más que una patraña -una patraña extraordinariamente realizada- y el desafío científico está en que se descubra quién lo hizo, cuándo y por qué.
Más allá del contundente carbono 14 que dató el lino que sirve de soporte a la imagen como un lienzo tejido en el siglo XIII, poco es lo que ha hecho la ciencia para establecer con exactitud cómo fue realizado y con cuáles materiales. Para ser sincero, ninguna de las hipótesis lanzadas como tales fueron satisfactorias. Es decir, nunca logró hacerse un relato verosímil del origen y propósito de la imagen fijada en la tela.
Pero sucede que en esta semana, una producción de Discovery Channel, realizada como parte de una corta saga de producciones dedicadas a la Semana Santa, ha presentado en el programa que trata el tema del Santo Sudario de Turín el primer relato verosímil sobre este tema.
Va la aclaración de inmediato: verosímil en el sentido del Relato. Es decir: se trata de un programa de televisión, de entretenimiento y, en cuanto tal, el mero espectador no puede saber si se trata de una ficción o de un documental de verdad. En otras palabras: en cuanto televidente se lo consume como producto de entretenimiento. Como una ficción. Pues bien: en estos términos, el Relato elaborado en esta ocasión por los productores de Discovety Channel para explicar el origen y propósito de la creación de ese objeto es sencillamente perfecto.
Es la primera vez, para decirlo con pocas palabras, que se presenta la historia de este objeto de culto y controversia como un Relato perfectamente verosímil, coherente, completo e incluso plausible.
La emisión está anunciada para esta noche, 31 de marzo a las 21 de Buenos Aires, pero, por razones que ignoro, lo he visto ayer o anteayer, en el Discovery Channel y por pura casualidad, es decir, recalé allí tras el habitual zapping. Así que no sé, francamente, si vi un adelanto o si vi el programa completo, ofrecido, digamos, en una suerte de preestreno. Esta noche lo volveré a ver, pero sospecho que lo que vu como adelanto fue el programa completo, ya que el Relato está completo.
En menos palabras aún: este Relato cumple a la perfección aquel viejo proverbio: Se non è vero, è ben trovato. Si no es verdad, está muy bien contado.
Según el "documental", hacia fines del siglo XIII una familia noble de Francia hizo una fortuna exhibiendo en su castillo a los crédulos peregrinos una de las infinitas reliquias del catolicismo. En este caso se trataba de una tela en la que se reproducía la imagen de un hombre, con rastros visibles de heridas en perfecta correspondencia con las del Crucificado. Lanzado el albur de que se trataba del sudario que había cubierto el cuerpo de Cristo mortificado, los peregrinos abarrotaban ese castillo. Con la venta de perros calientes y coca-colas por un lado, y la urna para oblar una donación, los poseedores de la "reliquia" hicieron una fortuna. La cosa llegó a oídos del Papa quien mandó un inspector de reliquias y, al ver que ésta era una burda pintura, conminó al noble a que cesara con el fraude, so pena ya sabemos de qué.
El curro del noble francés cesó, pero el fraude fue leyenda y, cincuenta años más tarde, cuando ya todo estaba olvidado, otro noble, en este caso alguno de los descendientes de Luis de Saboya vio la oportunidad de reproducir el negocio y le encargó nada menos que a Leonardo Da Vinci que hiciera un nuevo sudario, pero menos burdo, o sea, más creíble.
El primer escollo al Relato surge del hecho de que Da Vinci vivió entre 1452 y 1519, es decir, en la segunda mitad del siglo XV, mientras que la tela de lino del Sudario, según la datación por carbono 14, fue tejida en el siglo XIII, o principios del XIV. Naturalmente, la superación de este escollo es mediante la suposición de que Leonardo buscó las telas más antiguas que pudiese hallar para la mejor hechura del fraude, tela que no le hubo resultado difícil de obtener.
Superado este escollo, el documental da cuenta del cómo fue realizado el santo sudario por Leonardo. El procedimiento fue el de utilizar una tela de lino bañado en una solución de plata y expuesto a la luz a través de una lente, por un orificio hacia el interior de una cámara oscura. En otras palabras: el Santo Sudario sería una perfecta fotografía realizada en pleno siglo XV. De la descripción de la cámara oscura hay referencias desde el siglo X.
La hipótesis de la toma es la siguiente: En el cuarto oscuro, Leonardo colocó una parte del paño con las sales de plata sobre un bastidor. Afuera del cuarto, estacado y expuesto a la luz del sol, uno de los cadáveres que eran la materia prima de Leonardo para sus prácticas de disección. Luego, el mismo procedimiento, esta vez expuesto el cadáver de espaldas, para impregnarlo en otra parte de la tela. Esto explica, dice el experto en el documental, la diferencia de longitud que en la realidad tienen las imágenes del Sudario de Turín entre la vista de frente y la parte de la espalda. Al hacer la segunda exposición "a ojo", se le pasó en unos centímetros la superposición de imágenes. Por supuesto, el toque artístico de Leonardo fue propinarle al cadáver las heridas necesarias para que se correspondieran con las del Cristo.
Quien en el film aparece como el autor de la hipótesis afirma que, de comprobarse la presencia de moléculas de plata en el Sudario de Turín, tal hipótesis quedaría probada.
Hasta aquí, el Relato ya es excelente. Pero hay más: en el documental se afirma que el rostro del Sudario no es el del cadáver que Leonardo expuso a la cámara oscura y la tela con sales de plata sino que sobre el rostro del finado colocó una máscara moldeada de su propio rostro. Travesura ésta que Leonardo gustaba hacer ya que, según se afirma, es el mismo rostro -según los rastros antropométricos- que la de la Mona Lisa, su famoso Autorretrato en lápiz y el rostro de un Cristo en una de las pinturas que se le atribuyen, un Salvator Mundi propiedad de Jean Louis de Ganay.
Por supuesto, en la producción de Discovery Channel desfilan antropólogos, artistas, expertos que a lo largo de la hora del film desarrollan el Relato con apoyaturas testimoniales muy bien compuestas. Si fuese un documental verdadero; si se probase la hipótesis; si el Relato no fuese el de una ficción sino uno de una investigación llevada con todas las de la ciencia; si llegase a probarse todo ello, en una palabra, entonces sí: el Santo Sudario de Turín sería una de las bromas más extraordinarias realizadas jamás por genio alguno. Y si no, es, de todos modos, una extraordinaria producción televisiva.
Digno de verse.
Más allá del contundente carbono 14 que dató el lino que sirve de soporte a la imagen como un lienzo tejido en el siglo XIII, poco es lo que ha hecho la ciencia para establecer con exactitud cómo fue realizado y con cuáles materiales. Para ser sincero, ninguna de las hipótesis lanzadas como tales fueron satisfactorias. Es decir, nunca logró hacerse un relato verosímil del origen y propósito de la imagen fijada en la tela.
Pero sucede que en esta semana, una producción de Discovery Channel, realizada como parte de una corta saga de producciones dedicadas a la Semana Santa, ha presentado en el programa que trata el tema del Santo Sudario de Turín el primer relato verosímil sobre este tema.
Va la aclaración de inmediato: verosímil en el sentido del Relato. Es decir: se trata de un programa de televisión, de entretenimiento y, en cuanto tal, el mero espectador no puede saber si se trata de una ficción o de un documental de verdad. En otras palabras: en cuanto televidente se lo consume como producto de entretenimiento. Como una ficción. Pues bien: en estos términos, el Relato elaborado en esta ocasión por los productores de Discovety Channel para explicar el origen y propósito de la creación de ese objeto es sencillamente perfecto.
Es la primera vez, para decirlo con pocas palabras, que se presenta la historia de este objeto de culto y controversia como un Relato perfectamente verosímil, coherente, completo e incluso plausible.
La emisión está anunciada para esta noche, 31 de marzo a las 21 de Buenos Aires, pero, por razones que ignoro, lo he visto ayer o anteayer, en el Discovery Channel y por pura casualidad, es decir, recalé allí tras el habitual zapping. Así que no sé, francamente, si vi un adelanto o si vi el programa completo, ofrecido, digamos, en una suerte de preestreno. Esta noche lo volveré a ver, pero sospecho que lo que vu como adelanto fue el programa completo, ya que el Relato está completo.
En menos palabras aún: este Relato cumple a la perfección aquel viejo proverbio: Se non è vero, è ben trovato. Si no es verdad, está muy bien contado.
Según el "documental", hacia fines del siglo XIII una familia noble de Francia hizo una fortuna exhibiendo en su castillo a los crédulos peregrinos una de las infinitas reliquias del catolicismo. En este caso se trataba de una tela en la que se reproducía la imagen de un hombre, con rastros visibles de heridas en perfecta correspondencia con las del Crucificado. Lanzado el albur de que se trataba del sudario que había cubierto el cuerpo de Cristo mortificado, los peregrinos abarrotaban ese castillo. Con la venta de perros calientes y coca-colas por un lado, y la urna para oblar una donación, los poseedores de la "reliquia" hicieron una fortuna. La cosa llegó a oídos del Papa quien mandó un inspector de reliquias y, al ver que ésta era una burda pintura, conminó al noble a que cesara con el fraude, so pena ya sabemos de qué.
El curro del noble francés cesó, pero el fraude fue leyenda y, cincuenta años más tarde, cuando ya todo estaba olvidado, otro noble, en este caso alguno de los descendientes de Luis de Saboya vio la oportunidad de reproducir el negocio y le encargó nada menos que a Leonardo Da Vinci que hiciera un nuevo sudario, pero menos burdo, o sea, más creíble.
El primer escollo al Relato surge del hecho de que Da Vinci vivió entre 1452 y 1519, es decir, en la segunda mitad del siglo XV, mientras que la tela de lino del Sudario, según la datación por carbono 14, fue tejida en el siglo XIII, o principios del XIV. Naturalmente, la superación de este escollo es mediante la suposición de que Leonardo buscó las telas más antiguas que pudiese hallar para la mejor hechura del fraude, tela que no le hubo resultado difícil de obtener.
Superado este escollo, el documental da cuenta del cómo fue realizado el santo sudario por Leonardo. El procedimiento fue el de utilizar una tela de lino bañado en una solución de plata y expuesto a la luz a través de una lente, por un orificio hacia el interior de una cámara oscura. En otras palabras: el Santo Sudario sería una perfecta fotografía realizada en pleno siglo XV. De la descripción de la cámara oscura hay referencias desde el siglo X.
La hipótesis de la toma es la siguiente: En el cuarto oscuro, Leonardo colocó una parte del paño con las sales de plata sobre un bastidor. Afuera del cuarto, estacado y expuesto a la luz del sol, uno de los cadáveres que eran la materia prima de Leonardo para sus prácticas de disección. Luego, el mismo procedimiento, esta vez expuesto el cadáver de espaldas, para impregnarlo en otra parte de la tela. Esto explica, dice el experto en el documental, la diferencia de longitud que en la realidad tienen las imágenes del Sudario de Turín entre la vista de frente y la parte de la espalda. Al hacer la segunda exposición "a ojo", se le pasó en unos centímetros la superposición de imágenes. Por supuesto, el toque artístico de Leonardo fue propinarle al cadáver las heridas necesarias para que se correspondieran con las del Cristo.
Quien en el film aparece como el autor de la hipótesis afirma que, de comprobarse la presencia de moléculas de plata en el Sudario de Turín, tal hipótesis quedaría probada.
Hasta aquí, el Relato ya es excelente. Pero hay más: en el documental se afirma que el rostro del Sudario no es el del cadáver que Leonardo expuso a la cámara oscura y la tela con sales de plata sino que sobre el rostro del finado colocó una máscara moldeada de su propio rostro. Travesura ésta que Leonardo gustaba hacer ya que, según se afirma, es el mismo rostro -según los rastros antropométricos- que la de la Mona Lisa, su famoso Autorretrato en lápiz y el rostro de un Cristo en una de las pinturas que se le atribuyen, un Salvator Mundi propiedad de Jean Louis de Ganay.
Por supuesto, en la producción de Discovery Channel desfilan antropólogos, artistas, expertos que a lo largo de la hora del film desarrollan el Relato con apoyaturas testimoniales muy bien compuestas. Si fuese un documental verdadero; si se probase la hipótesis; si el Relato no fuese el de una ficción sino uno de una investigación llevada con todas las de la ciencia; si llegase a probarse todo ello, en una palabra, entonces sí: el Santo Sudario de Turín sería una de las bromas más extraordinarias realizadas jamás por genio alguno. Y si no, es, de todos modos, una extraordinaria producción televisiva.
Digno de verse.
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