Dos lecturas.
El texto que publicó hoy Joaquín Morales Solá en su columna de La Nación puede leerse de dos modos, desde dos perspectivas. Es suceptible, digamos, de dos lecturas. Una, la lineal, que consistiría en reconocer en el texto una nueva acusación al Gobierno de llevar a cabo una campaña destinada a desprestigiar a los periodistas buenos e independientes (ambas adjetivaciones le pertenecen al columnista de La Nación) y, como objetivo último, atentar contra la libertad de prensa, de expresión.
El editorialista no niega el derecho que tiene el Gobierno de usar medios y periodistas para defender las posiciones oficiales, aunque considere esta tarea imposible, o sea que el gobierno es indefendible.
Ésta sería la lectura lineal. Pero podría haber otra. Morales Solá se queja de la red, pues considera que es a través de internet por donde se cuela la más soez campaña denigratoria para con los periodistas buenos o independientes. Lea usted este párrafo del texto de Morales Solá:
Hay ahora otro acceso hacia la descalificación del periodismo. Lo promueve Internet. Nunca el periodismo fue tan eficaz ni tan rápido. Sin embargo, esa horizontalidad de la comunicación, ese milagro de la modernidad tiene un aspecto oscuro. "Una parte de la Web es una cloaca de psicópatas anónimos", escribió hace poco Jorge Fernández Díaz. ¿Algunos psicópatas disfrutan también de subsidios oficiales? Hace menos tiempo, en el diario El País , de Madrid, José Luis Barbería profundizó la descripción: "¿Por qué pululan por ahí (por la Web) gentes inclinadas a denigrar y despellejar, mentes perezosas que no leen lo que descalifican y sueltan lo primero que se les pasa por la cabeza?".
fuente: La Nación.
No está errado Joaquín Morales Solá. Cualquiera que lleve varios años navegando en la red, sabe de sobra que "gentes inclinadas a denigrar y despellejar, mentes perezosas que no leen lo que descalifican y sueltan lo primero que se les pasa por la cabeza" abundan, sobreabundan.
Lo que sí podría sorprender al lector que repasase ese texto es que es precisamente La Nación uno de los sitios emblemáticos de esta práctica, ya que es en los sótanos de las notas del diario donde pulula toda esa basura perfectamente caracterizada por el autor citado por Morales Solá.
Bueno, en realidad, no es La Nación. Es la nacion.com, o sea la versión on line del diario. Junto con Perfil, Infobae, El Argentino, La Prensa, Crítica... en sus versiones en línea, lanación.com es un vertidero para los excrementos de psicopátas de todo tipo, o bien de vulgares provocadores entre los que sobreabundan, al menos, "las mentes perezosas que no leen lo que descalifican y sueltan lo primero que se les viene a la cabeza". De esa muestra de desprecio por la estética están libres Pagina/12 y Clarín. Estos dos medios no admiten comentarios de sus lectores y/o visitantes. ¿Censura de estos medios? No creo: Yo diría que buen gusto.
Ahora, se me preguntará: ¿Cuál sería esa segunda lectura? Sería esta: Morales Solá tira, por elevación, contra sus propios empleadores, ya que estos permiten, livianamente, la acumulación de basura vomitiva en los escalones inferiores de cada una de sus notas.
Esta segunda lectura del texto de Morales Solá no es tan descabellada como mi lector podría suponer. Todo lo contrario; está fundamentada en un hecho cierto: Joaquín Morales Solás ha logrado cerrar sus textos a todo comentario. Es el único en el diario. Y, sinceramente, no creo que sea porque le tenga miedo a la probable refutación de argumentos, sino más bien porque desde un punto de vista estético, no hay nada más seguro para ensuciar su texto que toda esa reunión de sandeces, puteadas, vómitos catárticos, etc. etc. que pueblan esos espacios. El metamensaje del columnista estrella sería este: ustedes mismos, mis propios empleadores, están permitiendo que la prensa se bastardee y sea objeto de campañas de todo tipo. Somos un diario serio que perdemos seriedad al permitir la acumulación de basura en nuestras veredas.
La tarea de moderación de comentarios de lectores en páginas de tráfico tan intenso como lanacion.com es prácticamente imposible. O, al menos, difícil y costosa. Pero si se lograra, de alguna manera, separar la paja del trigo, publicar las opiniones serias y fundamentadas -que las hay- y eliminar toda la basura que refiere la muy buena caracterización del citado José Barbería, los medios de prensa más tradicionales frenarían su descenso en la consideración de las personas. ¡Ni hablar de comentarios que serían lisa y llanamente incitación al delito disimulada bajo la forma de opinión! Abundan también.
Si los dueños de lanacion.com creen que toda esa basura les sirve para algo (más allá de los clicks que aumentan el tráfico y por eso mismo mejoran el valor del medio para la pauta publicitaria en red), están equivocados. No los ayuda. Más aún: los perjudican, ya que no se le escapa a nadie que observe con cuidado este proceso que, muchas veces, se publican notas con títulos y bajadas de título (y aun en la misma redacción), que no son más que provocaciones pare estimular ese ejercicio catártico y enfermo de muchos de sus frecuentadores de la página.
Me arrogo el derecho, pues, a tener por verosímil que el editorial de Morales Solá de hoy, más allá de su habitual andanada de misiles contra el gobierno, fue aprovechado por el columnista parar arrojar un par de misiles, también, contra sus propios empleadores.
Alfredo Arri.
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