viernes, 5 de marzo de 2010

El despido a Mercedes Marcó del Pont.


Bitácora del ciudadano de a pie. Política nacional.

Venganza por encargo.

Mercedes Marcó del Pont manifestó a los movileros que la esperaron en la puerta de su casa ayer por la mañana, haber sido asaltada por la sorpresa cuando se enteró de la jugarreta, de la zancadilla que le hicieron los senadores de la runfla*.

Quienes desde sus casas observaron el espectáculo de un Adolfo Rodríguez Saa ante las cámaras del estudio de TN al relatar la versión de cómo hicieron los senadores para despedir a la joven economista en cinco minutos -que fue una muestra de conducta de baja estofa, tal como lo caracterizó la Presidenta-, comprendieron que la sorpresa haya asaltado a Marcó del Pont al verlo por televisión esa misma noche. El despido de la economista fue, en efecto, express.

La explicación de la conducta expeditiva de la runfla para tomar esa decisión es sencilla y estuvo siempre a la vista de quien lo quiso ver en los días y horas antes a esa reunión de la comisión senatorial: la orden había sido dada por los medios, voceros del establishment. Está publicado. Como estuvieron publicados los fallos de los jueces del palo antes de que estos fallos fueran despachados. Es tan obvio todo, man.

Si entre los senadores de la runfla pudo haber existido algún intento de sostener una farsa legalista, citando e interpelando a Marcó del Pont para luego despedirla, ese intento se desbarató esa noche misma. Algún llamado telefónico habrá ordenado: Déjense de joder: me la despiden ya mismo.

Ahora, más precisamente ayer a la tarde, y ante el hecho de que la movida escandalosa no pasó desapercibida entre las personas que lo miran por tevé, el inefable Marcelo Bonelli, en Telenoche, dijo que había sido un abuso y que habría que haberle permitido el descargo. Y luego despedirla, por supuesto. Esto último no lo dijo Bonelli, claro, pero que es así, firmalo con los ojos cerrados. En ésta, al menos en esta, si digo que es carnaval, apretá el pomo nomás.

Ninguna sorpresa, claro. Los mismos que le ordenaron al golden boy de cabotaje atrincherarse sobre las reservas del Banco Central en enero son los que ahora decidieron castigar a la economista. Los mismos. Ésos que están jugados a muerte por la defensa a ultranza de sus intereses económicos y por sus lazos con lo más oscuro de las usinas ideológicas de la patria. Ésos que han lanzado el golpe blanco, ya en marcha.

Y la castigarán, por supuesto. No sólo con puñaladas traperas como la que ya recibió de los miembros de la cáfila, sino con la muerte mediática, lo que, para un profesional puede ser considerado como la peor de las condenas. Hay miles de profesionales y científicos que puden dar fe del costo existencial de esa condena. Casi todos están en el exterior, por supuesto, porque aquí, ni de taxistas.

Mercedes Marcó del Pont ratificó ayer que no renunciará. Tiene el apoyo de la Presidenta y tiene el apoyo de una buena parte de la sociedad que -aun ciñiéndonos a lo simbólico- ante la sola contraposición de una figura hasta hoy políticamente impoluta contra las eternas caras de la cáfila, ve lo obvio. Aun quienes son perezosos a la hora de ponerse a reflexionar, se dan cuenta de cómo viene la mano en esta partida.

Si Marcó del Pont tiene destino de olvido mediático, o no, dependerá, por supuesto, de que el golpe de estado en marcha tenga éxito, o no.

Ayer fue la primera de las manifestaciones públicas de apoyo al gobierno de Cristina Fernández. Hebe de Bonafini, poniendo el pecho en la vanguardia, como siempre. Habrá más. Y el fenómeno será creciente.

Voces que ven la cosa desde la tribuna, de rabo de ojo al costado digamos, se escandalizan frente a esta posibilidad de que quienes apoyan al gobierno ganen la calle. No es para escandalizarse. Es lo que corresponde hacer cuando se ha puesto en marcha un golpe de estado insitucional, novedoso oxímoron de crudelísima realidad que nos parió el siglo XXI, primero en el Este de Europa, luego en Centroamérica y ahora por aquí.

Por ahora, con manifestaciones de simpatía más o menos multitudinarias alcanza. Todavía no es hora de promover movilizaciones masivas. Sí sería bueno que esas horas no llegaran. Todos queremos trabajar en paz. Pero, por las actitudes mezquinas e irresponsables de los miembros de la runfla, creo que vamos hacia la necesidad de que sí, de que más temprano que tarde se den las manifestaciones masivas de apoyo al Gobierno.

Dicen que algunos políticos de los variopintos sellos opositores que existen salieron a pedir que se echen paños fríos a la calenturienta acción de la runfla. No les creo. Son manifestaciones oportunistas, surgidas del efecto búmeran que entre las gentes del común produjo la famosa fotografía de la cáfila reunida. Hasta por los teléfonos circulaba la pregunta: ¿Viste quiénes aparecieron de nuevo? ¿Viste quiénes se fotografiaron todos juntos como para la foto de Billiken, ignorando que era para La Chacra? Silencio de teléfono de los amigos, parientes y compañeros anti K del otro lado de la línea. ¡Más bien! Imposible de justificar. Y oportuno para hacer comprender a quienes, cegados por el puto factor Louis Vuitton no saben reconocer la existencia de un mundo más allá de sus propias tripas.

A regañadientes, pero ante lo obvio, no tienen más remedio que aceptar que lo que vieron por tevé se trató de una simple venganza por encargo.


Alfredo Arri.

* Runfla. Alguien me ha objetado el uso de este vocablo, runfla, ya que significa "serie de varias cosas de la misma especie" y si hay algo que caracteriza a mi runfla es su falta de homogeneidad. Pero el DRAE lo da tb como sinónimo de muchedumbre, así que esa limitación es relativa. Pero hay más: es un vocablo de nuestro lunfardo, en el cual se lo da como sinónimo de cáfila. Lo seguiré usando, pues.



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