Diálogos, consenso, formalidad, honestismo. La cháchara es infinita.
Leo, con un poco de asombro, dos textos relacionados, ambos publicados en Página/12 de hoy, en los que se da vuelta alrededor del tema del día: los comportamientos del oficialismo por un lado y de los opositores coaligados por el otro. Un artículo lo firma Washington Uranga y lleva por título Vale todo, y el otro pertenece a Luis Bruschtein y lo tituló La contraofensiva.
Ambos artículos merecen ser recomendados para su lectura y así lo hago. Pero, me queda un sentimiento de incomodidad luego de la lectura de ambos textos.
En el texto de Bruschtein hay un párrafo que define toda una situación de absurdo a la que se ha llegado en la política nacional hoy. Dice el periodista:
La elección de la paradoja no está mal. Hay muchas más. Pero esta es buena. Dejando de lado la imprecisión, ya que el senador Roberto Urquía terminó su mandato en diciembre y no forma parte del actual Senado, como metáfora vale. Muestra la falta de argumentación de ciertas izquierdas. Y muestra el absurdo al que se ha llegado. Se podrían poner muchos ejemplos más de este tipo.Y además, debo remarcar esto: la ciudadanía -que sigue esto como espectáculo mediático nada más- lo advierte sin que se lo hagan notar demasiado.
También hace justicia con la realidad Bruschtein al hacer un inventario de todas las anomalías de una Argentina que sin tener problemas económicos está en permanente conflicto político. Sobre todo la mención de la acción irresponsable y parcial de los jueces que se han empeñado en meterse a hacer política. A estos jueces del palo se los podría calificar de mil maneras, pero hay una que es ineludible: irresponsables.
También menciona Bruschtein el papel de incitación desde los medios del poder económico. Todo está bien. Pero, hay, a mi juicio, demasiado énfasis en las formas, tanto en las que pratica el oficialismo como las de la oposición a la hora de buscar las causas últimas de este clima anómalo. Lo que me incomoda un poco de ambos artículos es que no se pone el acento en lo que para mí es la causa última de este conflicto político: la lucha por intereses económicos concretos, por el poder político como herramienta de apropiación de renta para sectores. Si se ha llegado a este punto no es porque la mutua y recíproca inquina personal, psicológica, ideológica o folclórica entre ambos grupos, sino porque unos y otros están tajantemente divididos por la definición de un modelo político, económico y cultural. Lo que se discute desde posiciones tan extremas es puro dinero, tarasca. La tarasca de la renta nacional y cómo se distribuye. Cómo lograr renta y cómo quedarse con ella. No son luchas de modo: es combate por la torta y el poder, como nunca antes se manifestó en Argentina desde hacía décadas.
Por su parte en el texto de Washington Uranga se puede leer, por ejemplo:
La sociedad, hasta ahora, está totalmente indiferente a esta pelea por el poder. La mira por tevé con una mezcla de indiferencia y asquito. A diferencia del conflicto de "el campo" del 2008, que en una buena parte de la sociedad logró ser arreada por los patrones rurales detrás de un relato folclórico ocultador de la verdadera causa como era la renta en juego, la sociedad de hoy, en este conflicto está ausente. Por ahora. En este escenario, hacerse eco del discurso de la crispación, al menos hoy, no es apropiado. Y mucho menos meter ahí la palabra diálogo como un imperativo de la hora; diálogo, consenso, otros de los vocablos de moda.
No puede haber diálogo y consenso entre quienes no están dispuestos a dialogar porque una de las partes, el conglomerado opositor no puede salir de esa trampa en la que se ha metido como es la de ir al Congreso para cumplir los mandatos del poder económico y nada más que eso. Los políticos de la oposición no están dispuestos a dialogar por muy mucho que lo quisieran porque no los dejan. Las órdenes que tienen que cumplir no admiten el diálogo. Esto es un proceso destituyente, es un golpe de estado y van por todo.
Leo en el artículo de Bruschtein:
Habla de formalidades. Tanto en un caso como en el otro olvida el fondo, el contenido: en el primer caso, el oficialismo ofreció sus proyectos a un debate en el cual los opositores nunca quisieron debatir sino sencillamente cambiar porque nunca estuvieron de acuerdo con los proyectos del oficialismo desde diciembre desde 2007. Hasta les ofreció a debate una resolución minesterial, facultad exclusiva del Ejecutivo, en un exceso de institucionalidad que si le salió bien a "la oposición" fue sólo por la acción trapera de un vicepresidente infiel. ¿Qué debate podría existir en un Congreso opositor absolutamente cooptado por el establishment que desató la furia anti K a los pocos días que Cristina Fernández juró como Presidenta?
Y en cuanto a la interpretación de las elecciones de junio, hay una sola para el poder económico y financiero, y es la que dejó fijada, con claridad brutal, el 4 de julio del 2009, días después de las elecciones, Héctor Huergo en las páginas de Clarín rural:
Nunca falta alguien que no entiende del todo ese párrafo. Lo traduzco al lenguaje coloquial: La Argentina es nuestra, la de los gringos de la pampa húmeda. Queremos toda la renta y no tenemos ninguna gana de financiar a los negros de mierda que se amontonan en el eje Matanza Riachuelo. Nos chupan un huevo las industrias, las villas y toda esa basura. Queremos la Argentina del Centenario, aggiornada en la era de la biogenética. Que se vaya la yegua y los negros de mierda que se hagan un estado propio.
Pido perdón por el lenguaje. Pero, como dije, nunca falta alguno que sólo entiende un párrafo publicado recién a partir de su traducción al lenguaje de la calle.
No desde el 4 de julio de 2009, fecha de esa declaración de guerra: desde el 10 de marzo del 2008 los políticos que conforman "la oposición", embelesados por la vista de las masas en las calles que habían logrado arrear los patrones rurales y los medios, seducidos por las promesas de los medios, se entregaron de pies y manos a ese poder agro-mediático y financiero. El resultado está a la vista. Están en el Congreso, al fin, luego de "seis interminables meses" según la lamentación de Morales Solá. Llegaron para la venganza. ¿Quién puede dudar que la ley de baja a las retenciones a las exportaciones de soja será una de las primeras que saque el nuevo Congreso? Llegaron para tomarse la revancha. Llegaron para guaranguear. Llegaron para dar el golpe.
Hablar de formas y consensos a esta hora, francamente...
Está bien: los textos citados son los de periodistas y, como tales, y aunque tengan sus simpatías, no pueden rebajar sus textos de análisis a la literatura de barricada. Eso es entendible. Pero, de todos modos, al lector le deja un sabor amargo la lectura de textos tales. Sumarse al coro de los que dan la cháchara con eso de los modales y las formas...
Y también están las consideraciones tácticas como justificación a ese "olvido" de las causas útlimas. Por ahí una forma de representación de diálogo o de diálogo representado puede ser útil para ganar tiempo. En las condiciones actuales, y habida cuenta de los actores que están en el escenario político hoy, no hay espacio para el diálogo real, sino para la claudicación. La claudicación del gobierno, por supuesto. Los del otro bando, los dueños de la Argentina, los que manejan los hilos de los títeres que ocupan las bancas del Congreso, nunca claudican. La claudicación que se espera es la del Gobierno. Pero, como Cristina Fernández ha declarado que no está para gerenciar, para durar, no habrá claudicación sino hasta el final. Que por ahora está lejos. Con tranquilidad en los mercados y la pasividad de los ciudadanos (justa pasividad por otro lado), hay resto aún. Y como los títeres son, después de todo, políticos profesionales, ni bien se acerque la hora para la lucha por los puestos en el poder que huelen inminente, se sacarán los ojos, ante la desesperación de los titiriteros.
Ambos artículos merecen ser recomendados para su lectura y así lo hago. Pero, me queda un sentimiento de incomodidad luego de la lectura de ambos textos.
En el texto de Bruschtein hay un párrafo que define toda una situación de absurdo a la que se ha llegado en la política nacional hoy. Dice el periodista:
Y al igual que ahora, legisladores de izquierda que rechazaban al oficialismo porque uno de sus exponentes era el senador Roberto Urquía, propietario de una importante aceitera, terminaron votando junto a Urquía contra el Gobierno.
La elección de la paradoja no está mal. Hay muchas más. Pero esta es buena. Dejando de lado la imprecisión, ya que el senador Roberto Urquía terminó su mandato en diciembre y no forma parte del actual Senado, como metáfora vale. Muestra la falta de argumentación de ciertas izquierdas. Y muestra el absurdo al que se ha llegado. Se podrían poner muchos ejemplos más de este tipo.Y además, debo remarcar esto: la ciudadanía -que sigue esto como espectáculo mediático nada más- lo advierte sin que se lo hagan notar demasiado.
También hace justicia con la realidad Bruschtein al hacer un inventario de todas las anomalías de una Argentina que sin tener problemas económicos está en permanente conflicto político. Sobre todo la mención de la acción irresponsable y parcial de los jueces que se han empeñado en meterse a hacer política. A estos jueces del palo se los podría calificar de mil maneras, pero hay una que es ineludible: irresponsables.
También menciona Bruschtein el papel de incitación desde los medios del poder económico. Todo está bien. Pero, hay, a mi juicio, demasiado énfasis en las formas, tanto en las que pratica el oficialismo como las de la oposición a la hora de buscar las causas últimas de este clima anómalo. Lo que me incomoda un poco de ambos artículos es que no se pone el acento en lo que para mí es la causa última de este conflicto político: la lucha por intereses económicos concretos, por el poder político como herramienta de apropiación de renta para sectores. Si se ha llegado a este punto no es porque la mutua y recíproca inquina personal, psicológica, ideológica o folclórica entre ambos grupos, sino porque unos y otros están tajantemente divididos por la definición de un modelo político, económico y cultural. Lo que se discute desde posiciones tan extremas es puro dinero, tarasca. La tarasca de la renta nacional y cómo se distribuye. Cómo lograr renta y cómo quedarse con ella. No son luchas de modo: es combate por la torta y el poder, como nunca antes se manifestó en Argentina desde hacía décadas.
Por su parte en el texto de Washington Uranga se puede leer, por ejemplo:
La política y la sociedad no pueden admitir como válida la metodología del “vale todo”. Simple y llanamente porque parte de la base del exterminio y del aniquilamiento. Y la humanidad toda (no sólo nuestra sociedad) ya ha experimentado que ese camino, que es de muerte en todos los sentidos, sólo conduce a nuevas formas de muerte. La política necesita hoy, como ayer y como siempre pero hoy ciertamente, de diálogo.
La sociedad, hasta ahora, está totalmente indiferente a esta pelea por el poder. La mira por tevé con una mezcla de indiferencia y asquito. A diferencia del conflicto de "el campo" del 2008, que en una buena parte de la sociedad logró ser arreada por los patrones rurales detrás de un relato folclórico ocultador de la verdadera causa como era la renta en juego, la sociedad de hoy, en este conflicto está ausente. Por ahora. En este escenario, hacerse eco del discurso de la crispación, al menos hoy, no es apropiado. Y mucho menos meter ahí la palabra diálogo como un imperativo de la hora; diálogo, consenso, otros de los vocablos de moda.
No puede haber diálogo y consenso entre quienes no están dispuestos a dialogar porque una de las partes, el conglomerado opositor no puede salir de esa trampa en la que se ha metido como es la de ir al Congreso para cumplir los mandatos del poder económico y nada más que eso. Los políticos de la oposición no están dispuestos a dialogar por muy mucho que lo quisieran porque no los dejan. Las órdenes que tienen que cumplir no admiten el diálogo. Esto es un proceso destituyente, es un golpe de estado y van por todo.
Leo en el artículo de Bruschtein:
En este caso, la oposición dice que llegó a esa medida porque durante mucho tiempo el oficialismo tuvo mayoría propia y no negoció con las minorías. Apuntaron además que el oficialismo no reconocía el resultado de las urnas del 28 de junio del año pasado. Tiene razón en la primera parte, en cuanto a la poca vocación negociadora que ha mostrado el oficialismo. Pero no en la segunda, porque el oficialismo fue la primera minoría en la elección, lo cual no fue respetado en la distribución de responsabilidades parlamentarias.
Habla de formalidades. Tanto en un caso como en el otro olvida el fondo, el contenido: en el primer caso, el oficialismo ofreció sus proyectos a un debate en el cual los opositores nunca quisieron debatir sino sencillamente cambiar porque nunca estuvieron de acuerdo con los proyectos del oficialismo desde diciembre desde 2007. Hasta les ofreció a debate una resolución minesterial, facultad exclusiva del Ejecutivo, en un exceso de institucionalidad que si le salió bien a "la oposición" fue sólo por la acción trapera de un vicepresidente infiel. ¿Qué debate podría existir en un Congreso opositor absolutamente cooptado por el establishment que desató la furia anti K a los pocos días que Cristina Fernández juró como Presidenta?
Y en cuanto a la interpretación de las elecciones de junio, hay una sola para el poder económico y financiero, y es la que dejó fijada, con claridad brutal, el 4 de julio del 2009, días después de las elecciones, Héctor Huergo en las páginas de Clarín rural:
El resultado electoral es un triunfo contundente de la Argentina Verde y Competitiva. Ganó la soja. Ganó el modelo del eje Rosario-Córdoba, el nuevo centro de gravedad de la economía argentina. La sociedad entiende que no se pueden atender las necesidades de los sectores postergados, representados por el eje Matanza-Riachuelo, expoliando al interior genuinamente productivo. Como decíamos una semana atrás, no es desnudando al santo del interior como se va a vestir al santo del conurbano. Hace falta "otro modelo".
fuente. Clarin rural, julio 4 2209
Nunca falta alguien que no entiende del todo ese párrafo. Lo traduzco al lenguaje coloquial: La Argentina es nuestra, la de los gringos de la pampa húmeda. Queremos toda la renta y no tenemos ninguna gana de financiar a los negros de mierda que se amontonan en el eje Matanza Riachuelo. Nos chupan un huevo las industrias, las villas y toda esa basura. Queremos la Argentina del Centenario, aggiornada en la era de la biogenética. Que se vaya la yegua y los negros de mierda que se hagan un estado propio.
Pido perdón por el lenguaje. Pero, como dije, nunca falta alguno que sólo entiende un párrafo publicado recién a partir de su traducción al lenguaje de la calle.
No desde el 4 de julio de 2009, fecha de esa declaración de guerra: desde el 10 de marzo del 2008 los políticos que conforman "la oposición", embelesados por la vista de las masas en las calles que habían logrado arrear los patrones rurales y los medios, seducidos por las promesas de los medios, se entregaron de pies y manos a ese poder agro-mediático y financiero. El resultado está a la vista. Están en el Congreso, al fin, luego de "seis interminables meses" según la lamentación de Morales Solá. Llegaron para la venganza. ¿Quién puede dudar que la ley de baja a las retenciones a las exportaciones de soja será una de las primeras que saque el nuevo Congreso? Llegaron para tomarse la revancha. Llegaron para guaranguear. Llegaron para dar el golpe.
Hablar de formas y consensos a esta hora, francamente...
Está bien: los textos citados son los de periodistas y, como tales, y aunque tengan sus simpatías, no pueden rebajar sus textos de análisis a la literatura de barricada. Eso es entendible. Pero, de todos modos, al lector le deja un sabor amargo la lectura de textos tales. Sumarse al coro de los que dan la cháchara con eso de los modales y las formas...
Y también están las consideraciones tácticas como justificación a ese "olvido" de las causas útlimas. Por ahí una forma de representación de diálogo o de diálogo representado puede ser útil para ganar tiempo. En las condiciones actuales, y habida cuenta de los actores que están en el escenario político hoy, no hay espacio para el diálogo real, sino para la claudicación. La claudicación del gobierno, por supuesto. Los del otro bando, los dueños de la Argentina, los que manejan los hilos de los títeres que ocupan las bancas del Congreso, nunca claudican. La claudicación que se espera es la del Gobierno. Pero, como Cristina Fernández ha declarado que no está para gerenciar, para durar, no habrá claudicación sino hasta el final. Que por ahora está lejos. Con tranquilidad en los mercados y la pasividad de los ciudadanos (justa pasividad por otro lado), hay resto aún. Y como los títeres son, después de todo, políticos profesionales, ni bien se acerque la hora para la lucha por los puestos en el poder que huelen inminente, se sacarán los ojos, ante la desesperación de los titiriteros.
Alfredo Arri.
o0o
Alfredo, plantear que todo es blanco o negro, que toda oposición al gobierno es un golpe encubierto para la mayoría ciega o retardada, o un golpe a la vista de los iluminados, me parece una simplificación producto de la parcialidad que tiene derecho a tener. No creo que sea justo tomar párrafos de algún aristócrata golpista para englobar a la aposición o la gente que la voto. El congreso tuvo un papel lamentable de escribanía, ahora cuando pierden el sello lloran, trataron a la oposición de forma autoritaria y autista. La oposición por mas que le pese o no lo imagine, también representa a la gente, así es la democracia y no cuando se arma a la gente con cascos amarillos para aplaudir cada discurso para la foto de la historia, eso aunque no lo crea también es armado. Cuando en el gobierno haya un político pobre y no que se diga pobre, me acercare a su idea del blanco y negro.
ResponderEliminarSaludos
Hola, Fabian.
ResponderEliminarHermoso sábado, por cierto.
Antes que nada, es obvio que mis opiniones respecto a las elecciones de junio no están fundadas en las diversas motivaciones que llevaron a los ciudadanos a votar a quienes votaron en los muchos distritos de nuestro país. Eso no tiene discusión alguna. Es la base de la democracia. Lo que cuestiono es la interpretación que se le dio a la elección y que no se limita a un aristócrata, sino a los medios que se la han impuesto a los políticos todos, más allá de los que represnten cada uno. Es más: visto desde la perspectiva del votante, el tema aparece más absurdo aún: ¿qué gracia le podría provocar al votante de Pino Solanas en Capital ver que su candidato se rejunta con un Menem, por ejemplo. O a un votante de Giustiniani en Santa Fe que ve a su candidato asociado a Reutemann? ¿Sabe usted la cantidad de puteadas que se oyen por estos pagos para Solanas? Casi iguala a las que recibe Macri, que ya es mucho decir.
Otra: los escenarios con cascos amarillos son armados. Por supuesto: hay una escenografía para dar telón de fondo a los dicsursos presidenciales que van por tevé. Es la única arma que tiene el gobierno para contrarrestar a los medios y le puedo asegurar que no crece ni un pelo el universo de quienes se crispan al ver o escuchar a Cristina, sino todo lo contrario. Sus intervenciones son demoledoras y cada día son más las personas que la escuchan con mucha atención y decodifican los mensajes con mucha precisión.
Lamento tener que decirle que lo de "escribanía" para el congreso es un cliché, uno de los tantos clichés metidos por los medios. El oficialismo gobernó durante seis años, casi siete, y los resultados están a la vista. Ahora no podrá hacerlo. El Congreso se ha convertido en una "escribanía" de la patria agormediática, los grupos financieros y ciertos ideólogos. Pero es una "escribanía" transitoria, ya que no gobiernan. Así que pueden despachar cualquier cosa, sin importarle las consecuencias, total tiene destino de ley si encaja en el modelo o destino de veto si no encaja. Los opositores no tienen ningún derecho, ni legal, ni legítimo ni moral para cogobernar. El modelo es éste, y para cambiarlo, como impone el señor Huergo, tendrán que ganar las elecciones del año próximo. El gobierno no va a cambiar el modelo y la oposición no va a permiter que se avance con él, así que el maniqueísmo está impuesto, de hecho y de derecho.
En cuanto al maniqueísmo que planteo en mi opinión (ésta y las anteriores), creo, estoy convencido, que es lo que se presenta como inevitable y natural en los momentos críticos como éste. Así fue julio de 2008. Como así no fue la elección de junio del 2009 (a pesar de que en el fondo, detrás de la cáscara, sí lo fue. Digamos que no se manifestó, sino hasta después de la elección).
Es verdad, como dice usted y gracias a Dios, que los ciudadanos no son golpistas. Creame que buena parte de ella lo fue y en varias ocasiones en el pasado. Tampoco lo son, estoy convencido, los políticos en general. Pero, tanto unos como otros, por ahora, y aunque cada vez menos, son arrastrados por una corriente destituyente que sí se fogonea desde los medios.
Creame usted, Fabian, que jamás vi nada parecido en nuestro país. Y leo diarios y revistas de temas políticos o sociales desde los primeros años de los sesenta. Jamás se mintió tanto. Jamás se instaló tanta muletilla como ahora. Lo de la tortuga de Illia, al lado de esto, fue un juego de niños.
Afortunadamente la economía va bien. Es más, hasta podría decirse que muy bien. Y esto hace que el grueso de la población siga con su vida corriente, y mira toda esta lucha por el poder en las instituciones como algo ajeno. Les produce una suerte de rechazo por el espectáculo de la mezquindad, del regreso de los muertos vivos, pero nada más.
En fin, hay mucha tela para cortar en este tema. Pero, como le decía al principio de esta respuesta, es tan lindo este sábado que tienta para salir a pasear.
Buen finde, Fabián.