martes, 23 de marzo de 2010

Baradero: dos víctimas de un absurdo bardeo mutuo.

Bitácora del ciudadano de a pie.


El absurdo bardeo se cobró

dos jóvenes vidas en Baradero.


Nadie dude: para comprender cabalmente qué fue lo que sucedió en Baradero este último fin de semana es necesario ser de Baradero. Para quienes no conocemos la sociedad local, nos resulta menos que imposible comprender qué fue lo que ocurrió allí, con certeza, con seguridad.

De todos modos, vale ensayar una interpretación generalizadora, que valga para otras poblaciones de nuestro país o, mejor aún, para todo el país.

Los hechos son conocidos a través de la crónica: dos adolescentes perdieron la vida. Miguel Portugal y Giuliana Gimenez. Montaban una moto y una camioneta de la policial local (en circunstancias que aún no son conocidas con exactitud), intervino para que los dos chicos perdieran la vida tras golpear sus cuerpos contra el asfalto, o la vereda. Los hechos que sucedieron después, esto es, el asalto de parte del pueblo a las instalaciones de la municipalidad, fueron, si bien consecuencias de la tragedia, si bien graves también, secundarios a ésta. Es mucho más probable que se repitan en otras partes las tragedias y las muertes que los asaltos a las instalaciones municipales.

Tras observar, leer y escuchar con detenimiento los diversos testimonios que los cronistas de la tele y de los diarios nos hicieron llegar, pude hacerme esta composición de lugar: la tragedia, irreparable, fue la consecuencia casi anunciada de una práctica que quiero llamar -deliberadamente, como un énfasis, dado que es vocablo usado entre los chicos- de mutuo bardeo. Las autoridades policiales de tránsito por un lado, y jóvenes en actitud de desafío por el otro. Bardeo. Bardeo mutuo: Persecución a los infractores -un despropósito-, y actitud desafiante de no usar casco, o conducir en condiciones de no legalidad. Cualquiera puede imaginar el resto: miradas desafiantes, cruces porvocadores, excesivas muestras de autoridad, recelo creciente. Combinaciones explosivas... que a la larga explotan.

Sí, admito que no usamos casco. Está mal visto entre los chicos. Es como si usar casco fuese suficiente para que otro te acuse de tener miedo a la policía. Esto, con palabras parecidas, es lo que confesó uno de los habitantes quinceañeros de Baradero ante un cronista de la televisión. Otros testimonios confirmaba el dato.

Sabemos que el fenómeno se repite en todas partes. Aun en las grances ciudades. En los recitales multitudinarios, por ejemplo. Bardeo. Bardeo mutuo. Un juego de mutuas provocaciones en el que, invariablemente, es siempre el más débil quien corre el mayor riesgo de perder en la absurda pulseada.

Con palabras más prolijas que las mías; con la habilitación que le da su condición de editorialista de un medio nacional, el señor Ricardo Roa ha expresado algo parecido en Clarín de hoy:

Algo se incubaba en Baradero.
por Ricardo Roa.


Algo funciona muy mal si los que deben cuidar la vida terminan provocando la muerte, como ocurrió en Baradero con los dos chicos embestidos por una camioneta de la policía municipal. Falta saber por qué pasó lo que pasó. Lo que está claro es que existieron el choque y los dos muertos.

Las víctimas en accidentes de tránsito están en baja en el país pero aún así crecen las de motociclistas. Uno de cada cuatro muertos iba en moto, según cifras del 2009. El 75% tenía menos de 25 años y la mayoría manejaba sin licencia. Calculan que el riesgo de morir de un motociclista es 25 veces superior al de cualquier otro conductor.

El problema es infinitamente mayor en ciudades del interior, y el descuido también. Un dato más: allí sólo usa el casco el 10% mientras que en la Capital llega al 74%. Hay toda una cultura de la informalidad con las motos: es usual comprarlas y no patentarlas, andar desde muy chico y sin licencia. Como si fuese natural funcionar así. El intendente dijo que tiene 500 secuestradas que no se retiran por falta de papeles. Hasta el propio padre de Miguel, el joven muerto el domingo, y que fue inspector, admitió que la moto que conducía su hijo tenía pedido de captura.

Es evidente que las fallas están muy compartidas: chicos y grandes que no respetan la ley, funcionarios sin capacidad para aplicarla y padres que no pueden controlar a sus hijos. Hay denuncias de los dos lados. Inspectores que maltrataban a los motociclistas y motociclistas que atacaban a los inspectores. En Baradero algo se incubaba y estalló de la peor manera.

La explosión de violencia fue la respuesta a una supuesta agresión criminal. Queda pendiente la discusión de fondo: cómo ponerse de acuerdo entre todos para cumplir y hacer cumplir las reglas. Justificar a ambos lados

fuente: Algo se incubaba en Baradero. Ricardo Roa, Clarin.


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