viernes, 26 de marzo de 2010

Avances o retrocesos del proceso destituyente.

Bitácora del ciudadano de a pie.

Eh, maestro: ¿Cómo va el proceso destituyente?
¿Vamos ganando? ¿O hemos perdido?


En estos días de relativa calma en la política nacional me pregunto si es que los golpistas han sido al fin derrotados o, si por el contrario, acaso no hubieron triunfado y transitamos ahora una suerte de penoso planeo hacia el recambio formal de gobierno. No es tan fácil salir de esa duda, no crea usted.

Vea, si no: la derecha ha comenzado a gobernar por las suyas. La insolencia y el desparpajo de los jueces del palo del conservadurismo más recalcitrante se muestran con la transparencia del aire límpido de una tardecita de primavera.

Tres tipos dictaminan: las reservas no se tocan; tres tipos dictaminan: la ley de medios no va; tres tipos dictaminan: los hijos de Ernestina Herrera de Noble son nuestros hijos. Sacando el factor común, puede uno afirmar con toda seguridad: tres tipos del palo del poder, que los hay por aquí y allá, se cagan redondamente en el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial.

Una jueza con motivos personales para malquistarse con alguna parte del poder Ejecutivo dice que "parece" que no estuvieran dadas las condiciones que exige la ley para la viabilidad de un dnu y por lo tanto lo suspende. Una cámara de segunda instancia (en una provincia cuyas elites tienen ojeriza a los excesos de la prensa libre, terror por las nuevas ideas que rigen el mundo todo), dictaminan que la ley más debatida en toda la historia de la legislación argentina no pudo ser examinada debidamente por el niño Thomas y por lo tanto la suspende. Otra cámara, alegremente, dictamina que le importa tres bedines si las muestras de sangre vencen. Si las abuelas que buscan sus nietos esperaron ocho años, pueden esperar otros ocho. O cien. A la larga estaremos todos muertos, vio.

Y detrás de estos tipos están, siempre están, los poderosos. Dueños de diarios, dueños de canales, dueños de radios, dueños de reputaciones, dueños de fortunas, dueños de empresas, dueños de privilegios, dueños de tierras, dueños de carreras, dueños de prestigios y desprestigios. Dueños de todo, bah.

Es demasiado obvio. Demasiado burdo. Se nota demasiado.

Pero les importa poco o nada. Siguen adelante. Gobiernan de hecho.

Y se burlan, además. Mire usted: el Gobierno lanzó a fin de año pasado el subsidio universal para todos los menores de dieciocho años. Un paquete de dinero en la macroconomía. Todo el paquete con destino inevitable de bienes de la canasta básica. Entonces los monopolios que pueden formar precios a su antojo se dicen: ese paquete de dinero debe ser para nosotros. Y allá fueron: mantuvieron la oferta y subieron los precios. Negocio redondo.

Y se insolentan, también: se dieron el gusto, por ejemplo, de meter un camión en medio de la Plaza de Mayo a la hora de la concentración popular en repudio al golpe del 76. Un camión grande, para la foto del diario del dia siguiente, cuyos titulares estaban diseñados desde semanas antes. Hasta montaron una escena hollywoodense para las cámaras de televisión: doce encapuchados rompiendo vidrios. ¡Luz... cámara: acción! Si no fuera tan trágico el significado de esa insolencia sería hasta para reír.

Paralizaron el Congreso; paralizaron las normas operativas del Ejecutivo. ¿Cómo? ¿Desde dónde? ¿Con quiénes? Tres tipos. Una ultraminoría de hombres y mujeres colocados en sitios claves. En el Congreso, en la administración de justicia.

Y la runfla de escribas y hablistas del sistema, que trabajan a destajo desde hace dos años.

Sostener el status quo, aun mediante la paralización, es una forma real de gobernar. Gobiernan. Ésa es la verdad. Nadie los eligió. Con el voto popular, quiero decir. Están ahí, no por la voluntad popular, sino como resultado de décadas de enmarañadas relaciones sociales, montadas todas por los viejos axiomas de las sociedades secretas: hoy por tí, mañana por mí. Me debés una, eh. Esto entre nosotros, okay. Que parezca legal.

El camarista de Mendoza se quejó de que lo presionaron veinte o treinta manifestantes de organizaciones de los derechos humanos. Si hubiesen sido cien mil, otra sería la historia. Como los miles que había en la vereda del edificio donde moraba Domingo Cavallo en la trasnoche del 19 de diciembre de 2001. Pero no los hay. Así que los tipos que nadie eligió gobiernan. Lo más orondos.

Ése es mi sentimiento hoy: No sé; con franqueza: no sé si el golpe blanco finalmente no ha triunfado y lo que estamos viviendo no es más que un soso planeo hacia un recambio de nombres, hacia la eternización de dioses del ocaso, galgueando, y sin otro aderezo que el fútbol para todos.


Alfredo Arri

o0o

2 comentarios:

  1. Lo del camion en la Plaza fue una verguenza, yo, que era la primera vez en mi vida que iba a una marcha del 24, queria disfrutar de los musicos que se presentaban, y mientras la "izquierda desunida" (que una vez mas es funcional a la derecha "espantada") gritaba consignas anti-k, los que estabamos sobre la plaza, pacificamente empezamos a cantar "que se vayan, que se vayan"... segun pude ver despues,el monopolio titulaba"Tension en la Plaza"....te puedo asegurar, que la unica tension alli presente, era la de mis pantorrillas de estar tantas horas de pie...Una vez mas los medios desinforman, o mejor dicho mal informan...no hubo incidentes...y nos retiramos a las 12 de la noche despues de cantar con Victor Heredia y las Madres...Todavia cantamos....fue muy emocionante todo...

    Marina:)

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  2. Gracias, marina!

    Felicitaciones por la iniciativa de iniciar un blog. Ya dejé mi firma por ahí.

    Buena suerte!

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