Borges, Funes el memorioso
y la política, que no encuentra
su destino sudamericano.
Julio María Sanguinetti, ex presidente de Uruguay, pone su firma a un texto que hoy publica El País, de la madre patria que nos parió. En el mismo da cuenta de que las victorias electorales de Sebastián Piñera en Chile y -salvando las distancias, aclara- de Francisco De Narváez en la Provincia de Buenos Aires, ponen a las claras, por un lado, el aparente abandono de los prejuicios montados alrededor de la figura de un millonario manejando la cosa pública, prejuicios que siempre produjeron rechazo. Y por otro lado. dice:
Dejando de lado el mal gusto por la elección de descalificante por descalificador, detalles del buen o mal uso de la lengua que a El País poco le importan y dejan pasar sin revisar las maletas, no deja de sorprender al lector desavisado la caracterización poco sutil que el ex presidente uruguayo hace de su colega recientemente electo y a punto de asumir: “viejo guerrillero, de aspecto desaliñado y habla vulgar.”
¿Qué puede llevar a alguien a escribir así de un colega suyo, además de una suerte de asco al sujeto mismo o de reproche al pueblo que lo eligió? El propio Sanguinetti lo dice al final de su texto:
En realidad, en lo expresado por Sanguinetti está la queja del político tradicional: Los partidos tradicionales han perdido toda credibilidad y las personalidades, en cuanto tales, adquieren más valor para la sociedad a la hora de juzgar a los hombres públicos que las largas peroratas plagadas de conceptos abstractos y abstrusos.
Al leer quejas de este tipo, el lector queda con la impresión de que el político tradicional que “no se entusiasma demasiado por esta inclinación” le está echando culpas a las personas corrientes, a los electores, más que a los desaguisados que los propios políticos, con sus lealtades y tradiciones, produjeron en nuestros dos siglos de historia en nuestros sufridos pueblos. Si este descrédito es tal, ¿no sería hora de admitir que los sistemas de representación tradicionales en América Latina han fracasado estrepitosamente?
Por supuesto, deben los habilitados para ello ponerse a analizar un poco más este fenómeno. Pero que existe, existe. No es casual que la prédica de un Rodolfo Terragno por alcanzar un Pacto de la Moncloa a la sudamericana no tenga ni décimas de repercusión popular (Gracias a Dios), mientras que ese globo lanzado en Perú que juega con la probable candidatura presidencial de Jaime Bayley tiene, dicen, un cinco por ciento de aceptación.
Por empezar, un político que quiera tallar en estos tiempos tiene que abandonar ese lenguaje para dirigirse a un presidente de la república: “viejo guerrillero de aspecto desaliñado y habla vulgar”. Porque de ese modo encarece su propia vulgaridad, por contraste.
Y para terminar y como una digresión: Ante esta manifestación de Sanguinetti, no puedo evitar de recordar a Borges quien, en Funes el memorioso, estampa esta ironía: “Mi deplorable condición de argentino me impide incurrir en el ditirambo -género obligatorio en el Uruguay cuando el tema es un uruguayo.”
En la dirección opuesta, las elecciones, en su tiempo, de un Lula, obrero metalúrgico brasileño sin ninguna formación académica, y ahora en Uruguay de un viejo guerrillero, de aspecto desaliñado y habla vulgar, también nos dicen que la falta de formación no es descalificante para alcanzar las alturas políticas. La ciudadanía parecería orientarse mucho más hacia la búsqueda de la confianza personal y de un espíritu de solidaridad con los más desposeídos, que resulta más concluyente que las capacidades.
Dejando de lado el mal gusto por la elección de descalificante por descalificador, detalles del buen o mal uso de la lengua que a El País poco le importan y dejan pasar sin revisar las maletas, no deja de sorprender al lector desavisado la caracterización poco sutil que el ex presidente uruguayo hace de su colega recientemente electo y a punto de asumir: “viejo guerrillero, de aspecto desaliñado y habla vulgar.”
¿Qué puede llevar a alguien a escribir así de un colega suyo, además de una suerte de asco al sujeto mismo o de reproche al pueblo que lo eligió? El propio Sanguinetti lo dice al final de su texto:
Votar a un empresario per se no es un valor. Pero descalificarlo a priori para el Gobierno es un prejuicio. Votar a un candidato sin formación suficiente tampoco es un valor. Pero descalificarlo por falta de Universidad también es un prejuicio, muy afín con las risas que burlaban a Sancho en su Ínsula de Barataria cuando ofrecía lecciones de buen sentido común. Que son cambios, son cambios. Las lealtades partidarias no son tan firmes y las figuras personales, más decisorias. Éstas, a su vez, valen más por su forma que por su sustancia.
Por formación, no me entusiasma demasiado esta inclinación. Pero allí está y más vale encararla con madurez antes de seducirse ingenuamente o rechazarla por instinto.
fuente: El País, artículo de Julio M. Sanguinetti
En realidad, en lo expresado por Sanguinetti está la queja del político tradicional: Los partidos tradicionales han perdido toda credibilidad y las personalidades, en cuanto tales, adquieren más valor para la sociedad a la hora de juzgar a los hombres públicos que las largas peroratas plagadas de conceptos abstractos y abstrusos.
Al leer quejas de este tipo, el lector queda con la impresión de que el político tradicional que “no se entusiasma demasiado por esta inclinación” le está echando culpas a las personas corrientes, a los electores, más que a los desaguisados que los propios políticos, con sus lealtades y tradiciones, produjeron en nuestros dos siglos de historia en nuestros sufridos pueblos. Si este descrédito es tal, ¿no sería hora de admitir que los sistemas de representación tradicionales en América Latina han fracasado estrepitosamente?
Por supuesto, deben los habilitados para ello ponerse a analizar un poco más este fenómeno. Pero que existe, existe. No es casual que la prédica de un Rodolfo Terragno por alcanzar un Pacto de la Moncloa a la sudamericana no tenga ni décimas de repercusión popular (Gracias a Dios), mientras que ese globo lanzado en Perú que juega con la probable candidatura presidencial de Jaime Bayley tiene, dicen, un cinco por ciento de aceptación.
Por empezar, un político que quiera tallar en estos tiempos tiene que abandonar ese lenguaje para dirigirse a un presidente de la república: “viejo guerrillero de aspecto desaliñado y habla vulgar”. Porque de ese modo encarece su propia vulgaridad, por contraste.
Y para terminar y como una digresión: Ante esta manifestación de Sanguinetti, no puedo evitar de recordar a Borges quien, en Funes el memorioso, estampa esta ironía: “Mi deplorable condición de argentino me impide incurrir en el ditirambo -género obligatorio en el Uruguay cuando el tema es un uruguayo.”
¡Vaya pedazo de ditirambo el de Sanguinetti, por Dios!
o0o
NOTABLE ANÁLISIS. FELICITO AL AUTOR.AGREGO:LOS URUGUAYOS ESTAMOS ORGULLOSOS DE QUE POR FIN SUPIMOS ELEGIR. "UN VIEJO GUERRILLERO, DE ASPECTO DESALIÑADO Y HABLA VULGAR" ES MIL VECES PREFERIBLE A UN VIEJO AMORAL, MAFIOSO Y CORRUPTO COMO EL QUE NOS GOBERNÓ DURANTE LOS PERÍODOS COMPRENDIDOS ENTRE 1985-1990 Y 1995-2000.
ResponderEliminarMIGUEL M. LIARD
Hola, Miguel:
ResponderEliminarLe agradezco su comentario elogioso a mi nota, y a la vez le pido mil disculpas por el retraso en la moderación de este comentario. Soy uno de los que no tuvo servicio eléctrico por tres días.
Saludos!
Hola Alfredo! Por un tiempo no sé qué pasó pero no podía encontrar este blog, andaba buscándolo desde que abandonó wordpress!
ResponderEliminarMuy bueno su post. Lo de Sanguinetti me recordó unos afichitos que pegan por la zona de san isidoro, donde de una sola pasada califican a nuestra presidenta de montonera y... grasa. Yo, felicito al pueblo uruguayo por haber hecho valer su decisión de profundizar en lugar de echarse atrás.
Y además, el Pepe me cae simpático ;)
Saludos
Hola, ani.
ResponderEliminarGracias por su visita, ana. En efecto, debí cambiar de casa y empezar de nuevo, pero... bueno, se empieza de nuevo.
La felicito por vivir en San Isidro: es, sin duda alguna, una de las localidades más hermosas del GBA. Tiene sus inconvenientes, tal como usted lo cuenta, pero... que es bella la zona lo es.
Nuestra Presidenta, estimada ani, ha recibido y recibe los más variados epítetos como ningún otro presidente antes.
Y ya verá usted los que recibirá Pepe Mujica ni bien se le ocurra alguna medida molesta para el establishment.
Gracias por su visita, ani
Saludos