Bitácora del ciudadano de a pie.
Luis D'Elía hace públicas sus preocupaciones.
En una intervención en el programa radial del que participa Luis D'Elía, que el lector de este blog podrá enlazar a la versión desgrabada en el blog del propio dirigente social, se envía un mensaje al gobierno que debería ser tomado en consideración por la ciudadanía. Y por el poder político, claro.
En términos generales, a la manera de resumen de ese editorial, se puede afirmar que el encendido de una luz de alerta realizado por D'Elía refleja el estado de ánimo de las bases más castigadas de la patria quienes se encuentran en estado de deliberación a raíz de dos factores bien marcados.
El primero de esos factores es la forma en que se distribuyen los planes Argentina trabaja. La denuncia de D'Elía viene a sumarse a las demandas que los movimientos sociales ya han manifestado públicamente en varias ocasiones, acampando en la 9 de Julio. La acusación es directa: se reparten los planes Argentina trabaja con un criterio único: beneficiar la relación de los intendentes pejotistas con sus propias bases. En la acusación de D'Elía se dice expresamente:
Luego expresa, sin tapujo alguno, la crítica política al kirchnerismo:
Tal es el planteo político. Lo demás es parte de la retórica de Luis D'Elía (“Tómenlo como un aviso; el que avisa no traiciona”. “Si esto no cambia, en marzo va a haber setenta mil tipos en la calle”) que es, por supuesto, la que toman los medios del establishment para amplificar la noticia, despojándola de contenido.
El segundo factor que modificó el estado de ánimo de los sectores sociales más castigados, precisamente aquellos que se encuentran representados en los movimientos sociales, es el aumento desmedido de los precios de los alimentos básicos, que se siente con marcada fuerza en todos los sectores, pero mucho más entre los excluidos del sistema.
Esta señal de alerta que da Luis D'Elía puede interpretarse de muchos modos. Tal vez lo más prudente es limitarse a lo obvio: si toda la parafernalia kirchnerista tuviese como único objeto el de contener a los movimientos sociales que hicieron notar su existencia en el 2001, entonces esa contención está haciendo agua. ¿Por qué? Por los eternos vicios de clientelismo en el suburbano bonaerense, que no sólo no se combaten sino que se engordan desde el poder. Por la incapacidad demostrada por el gobierno para incluir a los excluidos más allá del empleo formal, cuyo crecimiento no va en correspondencia con las necesidades de las masas más humildes. Por la miopía política que le impide salir a los Kirchner del Aparatik.
Hay otras interpretaciones posibles de este aviso de Luis D'Elía, pero, por ahora, las dejaré de lado.
Si Néstor Kirchner sobrevive a su traspié de salud en los términos que son esperables y no en los términos en los que pronostica Morales Solá, le urgirá la tarea de resolver esta cuestión estratégica. Que es la de siempre: no regalar el Aparatik al establishment ansioso de meter allí a Reutemann, pero al mismo tiempo no replegarse en ese Aparatik. Se termina en una fortaleza de intramuros en las cuales -lo enseña la Historia- siempre tendrá una quinta columna.
Existe un PJ, que es la presa codiciada de la derecha, y a la conducción de la cual Néstor Kirchner asumirá en días. Pero existe un Frente para la Victoria, o debería existir un Frente para la Consolidación, un Frente para la Profundización, en el que converjan todas las fuerzas que adhieren al proyecto kirchnerista, con reglas claras, estrategias coherentes y tácticas militantes. Es ésta la fuerza que puede sostener al modelo, no el Aparato.
Por otro lado, la permanente palabra de Cristina Fernández, en una continua campaña de esclarecimiento del modelo, al propio tiempo que un continuo desenmascaramiento de las intentonas de la derecha mediática, es útil. Pero están dirigidas a una clase media que no la oye, ni la oirá. La realidad no se agota en el escenario mediático. La realidad social que se desarrolla en la base de la estructura social, en las capas más castigadas del modelo -capitalista al fin- no aparece en la tele y no se debate en la tele. Y, lo más importante de todo, no se resuelve en la tele.
Los comandos encerrados en un fuerte terminan mal. Son vulnerables al sitio. Es tan viejo como el mundo. Hasta un cuatro de copas como Martín Pérez Redrado puede hacer daño en tales condiciones. En un comando que se encuentre en el mismo centro del escenario político, articulado, con bases sociales fuertes y activas, un Redrado no llega ni a la esquina de su casa, si se me permite la metáfora poco afortunada pero muy ilustrativa.
Los medios tomarán el aviso de D'Elía y para seguir cavando la gobernabilidad durante días. Eso está claro. Pero más allá de la cháchara mediática que provocará, el ciudadano común debería reflexionar sobre estos temas planteados por Luis D'Elía. La memoria de diciembre de 2001 está fresca. Al menos entre los más castigados del capitalismo salvaje.
En términos generales, a la manera de resumen de ese editorial, se puede afirmar que el encendido de una luz de alerta realizado por D'Elía refleja el estado de ánimo de las bases más castigadas de la patria quienes se encuentran en estado de deliberación a raíz de dos factores bien marcados.
El primero de esos factores es la forma en que se distribuyen los planes Argentina trabaja. La denuncia de D'Elía viene a sumarse a las demandas que los movimientos sociales ya han manifestado públicamente en varias ocasiones, acampando en la 9 de Julio. La acusación es directa: se reparten los planes Argentina trabaja con un criterio único: beneficiar la relación de los intendentes pejotistas con sus propias bases. En la acusación de D'Elía se dice expresamente:
“...se está entregando mansamente toda esta estructura a un sistema político que -buena parte de ese sistema- está urdiendo la traición a Néstor Kirchner; se esta alimentando a tipos que lo van a traicionar. “
Luego expresa, sin tapujo alguno, la crítica política al kirchnerismo:
Yo estoy de acuerdo con que él [Néstor Kirchner] presida el PJ; y estoy de acuerdo con que solidifique su relación con la CGT que. además- ha hecho mucho y muy bien- Ahora: no estoy de acuerdo con que sea el PJ la única polea de transmisión con la sociedad. Es un error.
Si acá no participan los partidos de centroizquierda, los radicales K, los sectores leales de la CTA, los movimientos sociales, los intelectuales de Carta Abierta, los organismos de DDHH; si no hay una conducción colectiva al cual todos reconocemos como jefe a Kirchner; si esto no pasa, realmente estamos conspirando contra este magnífico proyecto nacional y popular que los Kirchner llevan adelante.
(...)
Los movimientos sociales, unidos y organizados, podemos ser a este gobierno lo que los obreros industriales fueron a Perón.
El 60% de la clase obrera esta afuera de la CGT y la CTA y hoy es víctima del trabajo en negro, de la precarización laboral, de los contratos basura. Es necesario recrear nuevos instrumentos institucionales de representación de la clase.
fuente: Luis D'Elía Clarin blogs.
Tal es el planteo político. Lo demás es parte de la retórica de Luis D'Elía (“Tómenlo como un aviso; el que avisa no traiciona”. “Si esto no cambia, en marzo va a haber setenta mil tipos en la calle”) que es, por supuesto, la que toman los medios del establishment para amplificar la noticia, despojándola de contenido.
El segundo factor que modificó el estado de ánimo de los sectores sociales más castigados, precisamente aquellos que se encuentran representados en los movimientos sociales, es el aumento desmedido de los precios de los alimentos básicos, que se siente con marcada fuerza en todos los sectores, pero mucho más entre los excluidos del sistema.
Esta señal de alerta que da Luis D'Elía puede interpretarse de muchos modos. Tal vez lo más prudente es limitarse a lo obvio: si toda la parafernalia kirchnerista tuviese como único objeto el de contener a los movimientos sociales que hicieron notar su existencia en el 2001, entonces esa contención está haciendo agua. ¿Por qué? Por los eternos vicios de clientelismo en el suburbano bonaerense, que no sólo no se combaten sino que se engordan desde el poder. Por la incapacidad demostrada por el gobierno para incluir a los excluidos más allá del empleo formal, cuyo crecimiento no va en correspondencia con las necesidades de las masas más humildes. Por la miopía política que le impide salir a los Kirchner del Aparatik.
Hay otras interpretaciones posibles de este aviso de Luis D'Elía, pero, por ahora, las dejaré de lado.
Si Néstor Kirchner sobrevive a su traspié de salud en los términos que son esperables y no en los términos en los que pronostica Morales Solá, le urgirá la tarea de resolver esta cuestión estratégica. Que es la de siempre: no regalar el Aparatik al establishment ansioso de meter allí a Reutemann, pero al mismo tiempo no replegarse en ese Aparatik. Se termina en una fortaleza de intramuros en las cuales -lo enseña la Historia- siempre tendrá una quinta columna.
Existe un PJ, que es la presa codiciada de la derecha, y a la conducción de la cual Néstor Kirchner asumirá en días. Pero existe un Frente para la Victoria, o debería existir un Frente para la Consolidación, un Frente para la Profundización, en el que converjan todas las fuerzas que adhieren al proyecto kirchnerista, con reglas claras, estrategias coherentes y tácticas militantes. Es ésta la fuerza que puede sostener al modelo, no el Aparato.
Por otro lado, la permanente palabra de Cristina Fernández, en una continua campaña de esclarecimiento del modelo, al propio tiempo que un continuo desenmascaramiento de las intentonas de la derecha mediática, es útil. Pero están dirigidas a una clase media que no la oye, ni la oirá. La realidad no se agota en el escenario mediático. La realidad social que se desarrolla en la base de la estructura social, en las capas más castigadas del modelo -capitalista al fin- no aparece en la tele y no se debate en la tele. Y, lo más importante de todo, no se resuelve en la tele.
Los comandos encerrados en un fuerte terminan mal. Son vulnerables al sitio. Es tan viejo como el mundo. Hasta un cuatro de copas como Martín Pérez Redrado puede hacer daño en tales condiciones. En un comando que se encuentre en el mismo centro del escenario político, articulado, con bases sociales fuertes y activas, un Redrado no llega ni a la esquina de su casa, si se me permite la metáfora poco afortunada pero muy ilustrativa.
Los medios tomarán el aviso de D'Elía y para seguir cavando la gobernabilidad durante días. Eso está claro. Pero más allá de la cháchara mediática que provocará, el ciudadano común debería reflexionar sobre estos temas planteados por Luis D'Elía. La memoria de diciembre de 2001 está fresca. Al menos entre los más castigados del capitalismo salvaje.
Alfredo Arri
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