sábado, 22 de mayo de 2010

Los festejos del Bicentenario y la oposición.

Bicentenario. La oposición no quiere festejar nada.

La insoportable hediondez del odio.


Reproduzco aquí un par de párrafos del artículo firmado por Luis Bruschtein y publicado en Página/12 hoy. Pone de manifiesto, en una forma redonda y bella, una verdad peregrina: la crispación de la oposición al oficialismo por la azarosa circunstancia de que este hito acaeciera justo cuando preside la Nación Cristina Fernández. ¡Pero qué maldición, por Dios!

Ayer, a la hora de inaugurar los fastos oficiales, Cristina Fernández se quebró al manifestar esa misma circunstancia compuesta por los hados del azar. Tal vez se emocionó por la mera circunstancia de sentirse ya parte de la Historia. O quizá fue de bronca contenida ante la mezquindad de toda la oposición. Es que cuando el odio manda a confundirse...

Lo único que se me ocurre exclamar es: ¡Aguante, Cristina!

He aqui los párrafos de Bruschtein:

"...Cuando Cristina Kirchner decidió hacer el Tedéum oficial en la catedral de Luján, Bergoglio anunció que también lo celebraría en Buenos Aires y allí se anotaron los principales dirigentes de la oposición con la intención de provocar un hecho político per se. Y en el medio de esas disputas, el vicepresidente opositor, Julio César Cobos, no fue invitado a la cena del 25 de Mayo en la Rosada, pero anunció que estará en la fiesta del macrismo en el Colón.

Esa es la Argentina real. Otra imagen hubiera sido Photoshop. La oposición no cedió ni un tranco de pollo en pos de la unidad del Bicentenario ni de nada, pero la reclama como si hubiera hecho algo por lograrla. En un escenario de pasiones menores, el más interesado en esa fotografía de la unidad hubiera sido el Gobierno. A la oposición, en cambio, le interesó menos la unidad que mostrar al Gobierno como intolerante y divisionista. La unidad tiene sentido en función de un proyecto. En el primer Centenario el proyecto no sólo dejaba fuera a los pueblos originarios y a los trabajadores, sino que además trataba de exterminarlos y sobreexplotarlos entre semanas trágicas y campañas del desierto. Esa fue la “unidad”. Esta vez, los pueblos originarios y los trabajadores han participado con su propia voz, con una mirada crítica pero propositiva. Y los que no coinciden con el proyecto que propone el oficialismo ni siquiera han sido reprimidos. La negativa del Gobierno a reprimir también ha generado división con esa oposición que al mismo tiempo que le pide que reprima, lo acusa de autoritario."

fuente: Luis Bruschtein, Fiesta patria. Pagina/12

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