El último refugio. La reserva moral de la patria.
Para este ciudadano de a pie, modesto blogger y observador no privilegiado de la realidad política nacional, lo más esclarecedor entre el universo de opinión publicada de esta semana se encuentra en el texto de un columnista de La Nación, Fernando Laborda, texto que no dudo en calificar como uno de honestidad brutal. El artículo lleva por título Los sofsiticados caminos de la corrupción y apareció publicado en viernes 7 de este mes de mayo en el diario estrella de la derecha liberal argentina.
En ese artículo, Fernando Laborda alerta a los lectores de La Nación, refiriéndose a las llamadas coimas venezolanas (las negritas las coloqué yo):
No habría que esperar rápidos resultados judiciales en esta cuestión, después de los escasos avances de la Justicia en escándalos más resonantes, como el de Skanska o el "valijagate". Sin embargo, las relaciones con el chavismo (sic) le siguen deparando dolores de cabeza a los Kirchner y alimentando a una opinión pública en la que la mala imagen del gobierno parace haberse instalado para quedarse.
fuente: Fernando Laborda: Los sofisticados caminos de la corrupción, La Nación.
Es imposible hallar en la opinión publicada de la derecha argentina un texto más franco y directo. Traducido al lenguaje coloquial, tanto el párrafo aquí citado como la nota toda, se lee así: Le hicimos, le hacemos y le haremos al kirchnerismo todas las operaciones de prensa que sean necesarias para impedir que su imagen pública suba. Si hay que afirmar que el peronismo de Kirchner es chavismo, lo afirmaremos.
"No habría que esperar rápidos resultados judiciales en esta cuestión", afirma, con justicia, el periodista. Claro, él le adjudica esa poca probabilidad de resultados concretos a las denuncias por las llamadas coimas venezolanas a una lentitud de la justicia. No dice, por supuesto, lo obvio: que ni las denuncias por las llamadas coimas venezolanas, ni el affaire Antonini Wilson comportan delitos y, por lo tanto, difícilmente surja de tribunales algún resultado concreto en términos de procesamientos, condenas, etc.
La misma estupidez de asociar estas llamadas coimas con el affaire Antonini Wilson había cometido, días atrás, Ricardo Roa en Clarín, que motivó aquí mismo una entrada-comentario de esa nota, haciéndole saber al periodista de Clarín de su desliz al argumentar él mismo en contra de si mismo. Ver entrada en este blog. (Clarín en caída libre)
El propósito de toda esta campaña de prensa ha sido obvio desde el principio: esmerilar al gobierno a como dé lugar. Y en la patriada anti K, Clarín y La Nación no vacilan en comprometer a los empresarios argentinos que participaron de negocios con el Estado de Venezuela. Como dije en más de una oportunidad en este blog, hay un metamensaje para los empresarios: no hagan negocios con Venezuela porque estamos comprometidos con el Imperio en una campaña antichavista y nos llevamos puestos a cualquiera, así sean empersarios, o sea, actores del capitalismo, o sea, gente del palo. Estamos en una campaña destinada a meter en la cabeza de las personas suceptibles que el kirchnerismo es chavismo, así que cualquier empresario que haga negocios con Venezuela será objeto de nuestra diatriba pública.
En el último número de Veintirés, Julio De Vido no duda en calificar toda esta operación de prensa como un atentado a la propia Argentina, ya que, en su afán de confrontar con lo que sea con el kirchnerismo, los medios de avanzada de esa contienda no vacilan en patear en contra de los propios empresarios que hacen negocios con el estado de Venezuela. Ver Veintirés, Julio De Vido: Hay una operación mediática.
El artículo que el viernes publicó Fernando Laborda en La Nación, pues, no es más que la confirmación de la existencia de esa campaña de prensa. Por supuesto, la seguirán explotando. Es más: no sería nada difícil que logren llevarla al Congreso, a través de una Comisión investigadora. Con tal de joder, todo vale. Sin embargo, ese camino también presenta obstáculos a los pergeñadores de la campagnola de prensa. Dice Joaquín Morales Solá en su columna, hoy:
Kirchner podría encontrarse con la novedad que menos le gusta: la unidad de sus adversarios. El gobierno atraviesa, al mismo tiempo, el período más intenso de denuncias de corrupción desde que los Kirchner accedieron al poder. Los negocios con Venezuela son el centro del escándalo.
La oposición, en ese sentido, debería ser más prudente. Una comisión investigadora parlamentaria en estos momentos podría abrirle al kirchnerismo las puertas para fugarse ampliando aún más la sombra del escándalo. De hecho, ya han trascendido supuestos vínculos de Julio Cobos y de Jorge Obeid, ex gobernadores de Mendoza y de Santa Fe, respectivamente, con algunos personajes del escándalo.
Elisa Carrió nunca puso un dedo en el fuego por Cobos y su entorno se regodea con posibles pecados del vicepresidente. Sin embargo, la prioridad de ella son los Kirchner. Pongamos las cosas en claro: hay una diferencia abismal entre las conexiones de Cobos y Obeid, y las que tienen y tuvieron Kirchner y De Vido con Venezuela. Nos estamos prestando a prácticas funcionales al kirchnerismo , tronó Carrió, que aceptó firmar ese proyecto sobre la comisión investigadora al borde del documento, a regañadientes y en el último minuto. Carrió y no pocos dirigentes opositores confían en la gestión del juez Julián Ercolini.
fuente: Morales Solá, La Nación, domingo 9 de mayo de 2010
Así que el periodista que fue a lloriquear a la comisión que preside Silvana Giúdice por unos afiches de larga e injustificada fama, le sugiera a la oposición:
La oposición podría ocuparse, por ejemplo, de Guillermo Moreno, que cambió la política de comercio exterior de la Argentina sólo con unos cuantos llamados telefónicos. Prohibir la importación de alimentos, a golpes de orilleras presiones (sic), podría significar un serio problema para la industria alimenticia argentina, que exporta gran parte de su producción. El mundo toma represalias en estos casos. El peor mensaje de Moreno es que la Argentina no tiene reglas, ni claras ni oscuras. No las tiene, directamente.
Todo está tan claro que da asco.
Ahora bien. Yo quiero ir más lejos. De aquí en adelante hay más conjetura que análisis. Pero, a pesar de admitir esa debilidad, no me privaré de exponer la siguiente hipótesis:
Joaquín Morales Solá avanza, en la misma nota:
Moreno expresa el miedo como última herramienta política de la diarquía gobernante (sic). Otros también. Aníbal Fernández, De Vido y su operador Roberto Baratta están llamando a cada uno de los empresarios de la poderosa (sic) AEA para obligarlos (sic) a desafiliarse. ¿Qué hizo AEA? Desacató al kirchnerismo cuando lo visitó al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti. Quizás se terminen yendo de AEA tres o cuatro grandes empresarios; no son muchos, pero lo que le interesa al kirchnerismo es golpear sobre su imagen.
El "miedo" otra vez, aunque no será la última mecnión al miedo en el texto de Morales Solá. Bien: va mi hipótesis: no descarto de una la explicación que da Morales Solá a la renuncia de algunas empresas a la AEA, o sea a las orilleras presiones. Es una explicación. Pero, y va la pregunta: ¿Por qué desechar otras? Por ejemplo ésta:
La reunión furtiva entre los popes de AEA y el Presidente de la Corte Suprema de Justicia por un lado; por otro, la operación de prensa que, con tal de esmerilar al kirchnerismo, no duda en involucrar a empresarios que han hecho negocios con Venezuela conforme a los usos y costumbres (puntitos más, puntitos menos) que son corrientes en el mundo del comercio internacional.... ¿no serían, también, causas que pudieran explicar esas renuncias a la AEA? Hay un elemento para darle a esta hipótesis un alto grado de verosimilitud: hay centenares de empresas locales que están, en estos tiempos tan difíciles para el mundo capitalista, juntándola con pala. ¡Cómo no espantarse ante tres o cuatro empresarios de medios caprichosos que, en su campaña sucia para socavar la imagen del gobierno son capaces hasta de involucrar a los empresarios, es decir, a los de su propio palo! Si hoy hacen eso con "diez, quince" fábricas que han hecho negocios con Venezuela, ¡qué no harán mañana!
Y si quedara alguna duda de cuál es es propósito último de toda esta opereta de prensa, cito las palabras con que Morales Solá cierra su nota de hoy, entre las que entreteje, otra vez, el vocablo miedo:
Es también una presión indirecta sobre la Corte Suprema, que se ha convertido en el último refugio institucional para garantizar la libertad, la única conquista en condiciones de exorcizar el miedo.
Tengo tantos años, vea, que ante expresiones tales no puedo evitar recordar aquella famosa otra, tan llena de sangre y horror: la reserva moral de la patria. Pero como el columnista de La Nación que teme una muerte flagrante ejecutada por algún telespectador de 678 o Duro de domar habla de "último refugio", bien podría cerrar mi entrada así:
La "reserva moral de la patria", el "último refugio", de la libertad, de la democracia, ha sido, es y seguirá siendo, aquí, en Grecia, en Honduras, en Cuba, en Estados Unidos o en la China, el pueblo. A la corta o a la larga.
Alfredo Arri.
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