lunes, 19 de abril de 2010

Marchas por la ley de medios. Repercusiones.

Bitácora del ciudadano de a pie. Medios.

Marchas a favor de la ley de medios. Repercusiones.


Cito un párrafo de un texto publicado en Alainet, Agencia Latinoamericana de información, firmado por Aran Aharonian* y titulado La ley de medios salió del closet y ganó la calle.

El párrafo que seleccioné es uno en el que el autor coloca a los propios medios y su brutalidad a la hora de desinformar como una de las principales causas que provocaron la reacción de amplios sectores de clase media, reacción que los llevó a ganar las calles para manifestarse a favor de una ley que significará -nadie lo dude- profundos cambios culturales en el mediano y largo plazo.

Coincido con el autor en ese punto. Si bien es cierto que hubo disparadores desde los propios medios masivos (por ejemplo 678 desde el canal del Estado; Víctor Hugo Morales desde su programa radial, etc.) para que el fenómeno se produjera, es altamente probable que esos disparadores no hubiesen tenido el efecto que tuvieron de no ser por la colaboración de los propios medios cuestionados. Desde estas usinas de propaganda antigubernamental constante e insidiosa se ha abusado de tal manera de ciertos recursos propagandísticos que no tuvieron otra consecuencia que la de provocar una reacción (en primer lugar defensiva. luego ofensiva) por parte del consumidor de medios.

Dice el párrafo:

Quizá los grandes medios, encabezados por el oligopolio de Clarín y sus radios y televisoras, La Nación, el grupo Vila-Manzano, entre otros, fueron los causantes de este fenómeno político y social, porque ellos y sus principales columnistas dejaron al rojo vivo la manipulación, con operaciones mediáticas, inventando el hecho político para forzarlo, ocultando y tergiversando la información, invisibilizando a los actores sociales y, sobre todo, dejando en estado de crispación a la sociedad, con sus titulares apocalípticos. Provocaron un fenómeno reactivo, se hicieron el harakiri de credibilidad.

fuente: Aram Aharonian *, La ley de medios salió del closet... Alai (América Latina en movimiento)


En este mismo sentido, desde puntos de vista alejados al del autor aquí citado, se han expresado Guillermo Martínez en una nota que publicó La Nación la semana anterior y que tuvo enorme repercusión, y en una intervención televisiva de Carlos Escudé que fue comentada oportunamente aquí.

El punto es que, algunos agradecidos, otros en plan de reproche o advertencia, diversas voces advierten que, de un modo caliente y a ritmo acelerado, los grandes medios se están cavando su propia fosa al no cejar con sus modos de informar, notoriamente burdos.

Faltaría añadir otro aspecto del fenómeno en estos análisis. Y ese aspecto es el siguiente: Tengo para mí que la causa última de ese declinar acelerado de la credibilidad de los grandes medios es, en realidad, la fortaleza del gobierno. Una fortaleza -relativa pero fortaleza al fin-, que le ha permitido no sólo soportar la ofensiva brutal de los medios sino que le permitió recuperarse y contraatacar. Me explico.

Si se observa bien el fenómeno, a nadie se le escapa el hecho de que el recurso de la mentira descarada es uno al que los medios recurren con la finalidad de rematar, de liquidar al adversario político, en este caso el Gobierno. Una vez que adversario es liquidado (tratándose de un Gobierno, esa derrota se da cuando éste se entrega al poder real o cuando cae), las herramientas burdas utilizadas por los medios se guardan para otra ocasión; la ofensiva se repliega; el flujo informativo recupera la normalidad perdida y, finalmente, las mentiras, falacias, tergiversaciones, operaciones de prensa utilizadas en un plazo corto pero dramático pasan rápidamente al olvido.

Ejemplo típico y ya clásico: la prensa estadounidense (campeona mundial en eso de desinformar y mentir) instala la verdad de que en Irak se ocultan armas de destrucción masiva y que se hace necesario sacar a Husseim del poder. La finalidad de la operación de prensa es que la opinión pública estadounidense, el pueblo, el que finalmente pone la carne de cañón para una guerra, acompañe a su gobierno en esa aventura. Después se desmiente todo y se condenan a los mentirosos. Pero la invasión es. La operación de prensa concluye con el éxito. ¿Resultado? El establishment se queda con el petróleo iraquí; los deudos de los soldados muertos con la pérdida irreparable y la prensa canalla con las heridas cicatrizadas. Así funciona el poder real y su sostén de sometimiento psíquico, la prensa.

El problema para nuestros medios, en esta ocasión de nuestra propia realidad local, es que el Gobierno nacional, ni se entregó al poder real, ni cayó. La guerra mediática contra el gobierno lleva ya dos años y medio. Y ante plazos así, extremadamente largo y sin resultados, la mentira, la desinformación, las opereciones de prensa, la creación de climas psicológicos paralizantes, etc.; todos recursos éstos ultilizados por la prensa, por los medios, al prolongarse insoportablemente en el tiempo, provocan que las personas corrientes terminen preguntándose: Eh, ¿qué pasa aquí? ¿De qué se trata esto? ¡Basta, loco!

Juan Pablo Varsky acuñó una expresión acertada, muy ilustrativa de este fenómeno:"Lo lamento por los buenos periodistas de Clarín. La dirección editorial actúa bajo emoción violenta y las portadas manchan su trabajo." Pues bien: Clarín no es el único medio en el que sus principales redactores actúan en estado de emoción violenta. En el mismo estado de emoción violenta están La Nación, Perfil, Crítica y los canales de televisión del Grupo Clarín y aun América tv. El símil, con la figura del derecho penal de la emoción violenta, es perfecto. Todos estamos capacitados para comprender y aun solidarizarnos con quien cae en estado de emoción violenta y en ese estado comete algún desaguisado. Pero este estado, por definición, además de ser necesariamente transitorio, ha de ser efímero. De lo contrario, se torna insoportable para quien debe presenciarlo. Y provoca reacciones. En este caso, contrarias a lo que la dirección editorial de estos medios se proponen, esto es, limar al Gobierno nacional. No sólo no logran limarlo, sino que lo fortalecen.
http://rambletamble.blogspot.com/2010/04/quiebre.html

Ejemplos para ilustrar este fenómeno sobran. Se repiten de a cientos por día. Léase, por ejemplo, el título de esta nota, y luego léase el texto de la misma. No tiene nada que ver una cosa con la otra. En la nota hay un importante testimonio; en el título, una burda tergiversación de un reportaje destinada a vender una idea falsa pero conveniente para el diario a quien se quede con la lectura del título.

Los ciudadanos no soportan más tanta manipulación de los medios; manipulación que además se lleva a cabo en la defensa de intereses sectoriales concretos. Pero, lo más grave, es que provocan un gratuito malestar en la población.

De seguir por ese camino; de insistir con esos modos tan guarros, los propios medios serán los mejores propagandistas del oficialismo.



* Aram Aharonian es periodista y docente uruguayo-venezolano, director de la mrevista Question, fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoamericano en Comunicación y Democracia (ULAC)

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