sábado, 10 de abril de 2010

El Congreso, la Justicia, Herrera de Noble.

Bitácora del ciudadano de a pie.


La política nacional: escasas novedades. La justicia desarma la judicialización de la política que la política judicializó. El Congreso sigue con la rumba "A mover el quórum, mamá". Marcela y Felipe Herrera Noble entran en el tramo final de una larga causa.



Las úlltimas semanas han sido de escasos cambios en el escenario político. Las novedades de mayor peso se han producido en el ámbito judicial. Los fallos que pusieron de manifiesto la escasa efectividad política de la judicialización, precisamente, de la política dejaron desnudos a los legisladores que, obedientes a un sistema de poder económico mediático, se habían prestado mansamente a ese juego de lijar al gobierno nacional en nombre de otros, sin medir las consecuencias que habían de acarrear, para ellos mismos, en términos de desprestigio. Y también dejaron desnudos, por qué no decirlo, a esos jueces del palo que se prestaron a ese juego de los fallos delivery, poco oportunos en estos tiempos de alerta amarilla permanente en la opinión pública. No son hechos menores estas decisiones de la justicia, por cierto. Pero, de alguna manera eran previsibles. El camino abierto por el trío Pinedo, Morales, Sarmiento no tenía destino. Falta aún la decisión de la Corte, que anule la absurda medida de la Cámara Federal de Mendoza con respecto a la ley de medios para que todo este proceso de judicialización de la política encuentre al fin su bloqueo republicano.

Por otro lado, el fallo de la Cámara de Casación en el caso Herrera Noble, le cierra más puertas al proceso de dilación tribunalicia llevado a cabo por los defensores de la investigada, proceso que a todas luces se presenta con la fuerza de lo evidente a la opinión pública.

Y por último, en lo estrictamente político, el ciudadano corriente hubo de presenciar esta semana en el Congreso, una vez más, el patético papel de los políticos que dicen conformar una oposición y que no hacen otro cosa que obedecer como empleados a sueldo a los grupos de poder real y a sus escribas y hablistas que les dan guión, y los ensalzan o los maltratan según como les vaya en la feria. En otras palabras, los ciudadanos de a pie vimos un nuevo cover de esa mezcla rara de rumba, rap y merengue que lleva por título A mover el quórum, mamá.

Sobre este último punto, el lector de este blog ya conoce mi opinión al respecto, que ha sido expuesta de mil maneras diferentes durante varios meses. De todos modos, me permito recomendar la lectura del artículo de Luis Bruschtein quien, con el título de ¿Los peores del barrio? publica hoy Pagina/12.

Luis Bruschtein expone en el diario lo que en este blog expuse muchas veces, pero él lo hace con palabras más certeras, ajustadas y prudentes que las mías. Tal vez añadiría a ese análisis, como una tercera causa de sometimiento de los políticos a los medios (al menos a los radicales), la irresisteble seducción mediática que les originó a estos dos hechos azarazos que sirvieron para la inesperada resucitación del partido radical: el papel de Julio Cobos en el 2008 y la muerte de Alfonsín en el 2009. Es decir: en eso de la obediencia debida a los grupos del poder y los medios que hablan por estos también hay algo de eso que podríamos definir como pongo la cabeza yo solo porque me gusta...


Felipe y Marcela.

Para tema de cierre esta entrada, me tomo el trabajo de citar un párrafo de la nota con la que Adrián Ventura, en La Nación de hoy, se refiere a la decisión de la Cámara de Casación que rechazó el recurso de los defensores de la investigada en el caso Herrera Noble.

En diciembre pasado, un día después de que Marcela y Felipe se sometieron a una extracción de sangre en el Cuerpo Médico Forense -todas las instancias judiciales habían ordenado hacer allí los exámenes, para asegurar la imparcialidad-, el juez Bergesio ordenó dos allanamientos, secuestró material genético y dispuso hacer el estudio en el Banco Nacional de Datos Genéticos, que depende del Poder Ejecutivo.

fuente: La Nación. Ventura analiza el caso Herrera Noble.


Es sorprendente la levedad con la que este abogado periodista le relata el caso a sus lectores. Esa afirmación que coloca entre guiones: "Todas las instancias judiciales habían ordenado hacer allí [en el Cuerpo Médico Forense] los exámenes, para asegurar la imparcialidad", sumada a la declaración malévola de que "el Banco Nacional de Datos Genéticos... depende del Poder Ejecutivo", ponen de manifiesto la falta de decoro a la hora de informar a sus lectores.

En primer lugar, no "todas las instancias judiciales" habían ordenado hacer los exámenes en el Cuerpo Médico Forense. La Cámara de San Martín había ordenado lo contrario y el juez Bergesio procedió a tomar otras muestras, en un allanamiento posterior a la entrega voluntaria de la sangre de los jóvenes Herrera Noble, para sometarlas a un examen que debía realizarse en el BN de Datos Genéticos, tal y como lo exige la ley. Y la última decisión antes de esta apelación ayer definida, de adjuntar también las muestras de sangre a las obtenidas por ese procedimiento, no hacía más que estar en correspondencia con esa medida.

En segundo lugar, la decisión de realizar los exámenes en el Cuerpo Médico Forense fue una surgida de pedido de parte, o sea que, eso de "asegurar la imparcialidad", es, como mucho, expresión de parte. Expresión de parte cuestionada, precisamente, por la otra parte y con razones fundadas. En otras palabras, en su texto el doctor Ventura expresa como válido un argumento de parte. Y por último, si me permito calificar de malévola la expresión "el Banco Nacional de Datos Genéticos, que depende del Poder Ejecutivo", es porque contiene una malevolencia idéntica a la que estaría implícita al afirmar, por ejemplo, que las familias denunciantes no quieren hacer los exámenes en el Cuerpo Médico Forense porque depende del Poder Judicial. En este tipo de casos al menos, las diferencias de idoneidad, efectividad y responsabilidad que existen entre ambos organismos -independientemente del poder del Estado que tenga jurisdicción sobre cada uno de ellos- es abismal. Aparece como transparente que la intención de la investigada es eludir el Banco Nacional de Datos Genéticos. Anoche en 678, el ex juez Marquevich contó que, cuando tenía la causa en sus manos, había recibido el pedido de que los exámenes se realizaran en un laboratorio de .... ¡Barcelona!

En otras palabras, mientras para la opinión pública aparece como evidente que la señora Herrrara de Noble quiere evitar que la confrontación de datos genéticos de sus hijos se realicen en el Banco Nacional de Datos Genéticos, para la misma opinión pública aparece como evidente que los esfuerzos de buena parte la prensa para echar sospechas sobre ese organismo científico-técnico obedece a una intención malévola. Y esto es grave, porque pareciera querer arrojar sospechas sobre la correcta identida de 101 nietos recuperados hasta el día de hoy, de una lista de más de cuatrocientos.

El ciudadano corriente no tiene, ni puede tener, certeza alguna acerca de si los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble son hijos biológicos de desaparecidos o no. Ella misma ha abierto la posibilidad de que sí podrían serlo, en su carta pública de los primeros días del 2003. Es probable, por otra parte, que en ciertos ambientes -periodísticos, judiciales, u otros- circulen otros datos que sostengan certezas. Pero estos, si los hubiere, son desconocidos para el ciudadano común. Para el ciudadano de a pie, la última palabra en esta causa la tiene el Poder Judicial y la ciencia. Y, para el ciudadano de a pie, la ciencia está representada, para casos de esta naturaleza, en el Banco Nacional de Datos Genéticos.

Por último: para el ciudadano de a pie esta causa es simple y redonda como una o: queremos saber si los hijos que la señora Herrera de Noble adoptó son hijos de detenidos desaparecidos, o no. Si no lo fueran, el tema perdería interés para el ciudadano común. Y si lo fueran, el ciudadano de a pie querría saber, además de saber hijos de quiénes son, cómo fueron apropiados; a través de quién o de quiénes llegaron a mano de la señora Ernestina Herrera viuda de Noble.

Se afirma, como argumento de objección, que esta causa está enancada sobre la puja de poder entre el Gobierno nacional y el Grupo Clarín. Es verdad. Pero, ¿quién podría refutar este argumento?: Si la causa se hubiese resuelto hace seis, siete u ocho años, el gobierno no dispondría hoy de ese elemento de presión. Y más aún: Ése es, precisamente, el argumento blandido por la propia señora Herrera viuda de Noble siete años atrás, en su carta pública. Exactamente el mismo: Detrás de todo esto, decía entonces la señora Ernestina Herrera, hay un complot "de políticos y de hombres de medios". El mismo día en que Clarín publicaba esa carta, en La Nación se denunciaba, con palabras menos coloquiales que las que uso aquí: parece que un tal Kirchner podría llegar a ser el Chirolita de Duhalde. En otras palabras, el complot, en aquellos primeros días del 2003, tenía la misma víctima pero eran otros los complotados. Demasiado burdo todo. Demasiado burdo como para que el ciudadano de a pie pueda seguir creyendo, mansamente, los relatos del poder.

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Alfredo Arri.

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