jueves, 29 de abril de 2010

España fue tocada por la varita mágica de S & P.

Crisis económica. Europa. España.

A cada chancho le llega su San Martín:
En España, ahora abominan
de las calificadoras de riesgo.


Con el inequívoco título de Todo el poder para los que se equivocan, El País la emprende contra las calificadoras de riesgo que dominan, a pesar de sus juicios de escaso valor científico y alta performance negativa, los mercados financieros del mundo capitalista. Claro, ayer España recibió una baja en la calificación de la Standard & Poor y, ¡zás! abajo con las bolsas en un santiamén. ¿Creían los españoles que habrían de estar ajenos a ese manoseo de las calificadoras de riesgo? ¡Ni ahí! A cada chancho le llega su San Martín.

En la nota pueden leerse perlitas como estas:

A la vista de lo ocurrido con Madoff, con las subprime y con Lehman, las agencias de rating son el mismísimo demonio, o al menos uno de los grandes diablos de la crisis.

(...)

La última muestra de su poder de influencia se dio ayer mismo cuando la bolsa española perdió casi un 3% en pocos minutos después de que Standard & Poor's rebajase la calificación de la deuda española.

(...)

Tras infravalorar el riesgo de los activos tóxicos que provocaron la crisis financiera, tras fallar de forma estrepitosa, ahora exageran y se pasan al otro extremo con la deuda soberana.

(...)

Incluso puede que contribuyeran a vender humo. Y ahora, justo cuando la economía empieza a reactivarse, amenazan con cortar de cuajo las alas de la recuperación alimentando el miedo en los mercados con los problemas de Grecia, y de retruque meten en el mismo -o parecido- saco a la economía española o a la británica.

(...)

Hay escasa competencia. Apenas tres agencias (Moody's, S&P y Fitch) se reparten más del 90% del pastel, "y cuando en un mercado no hay competencia se producen cosas raras".

(...)

En los últimos años las agencias no han perdido ni uno solo de los numerosos juicios por sus errores, algunos de ellos flagrantes. Se acogen a la sexta enmienda de la Constitución de EE UU, la relativa a la libertad de expresión: un rating es simplemente una opinión. Una opinión sobre la solvencia y la capacidad crediticia de una deuda o un deudor. Nada más. Con ese argumento no hay juez que las condene (aunque por eso mismo algún economista las despacha con desdén como "simples periodistas financieros"). Y aun así, las demandas siguen apareciendo: ahora mismo hay decenas en los juzgados. El fiscal general de Ohio, en nombre de los fondos de pensiones públicos, les reclama millones de dólares por daños y perjuicios, por negligencia y fraude. Varios Estados estudian unirse a esa demanda.

(...)

fuente: El País: Todo el poder...


Y la frutilla del postre de la extensa nota de El País: Al pie de la nota, en letra muy pequeña, existe esta leyenda:

Información del vida&artes del 14 de diciembre de 2009, actualizada, adaptada a la web y ampliada con los últimos acontecimientos que afectan a estas agencias.

Es decir, está claro. La orden de la redacción habrás sido una como esta: hay que darle a las agencias de calificación que ayer osaron bajar la calificación de España. ¿Cómo hacemos? Busquen alguna nota de archivo y actualicenla. Inventen algo, vamos...


Así opera la prensa, amigos. Pero, más allá de eso, valga recordar el viejo y castizo proverbio: a cada chancho le llega su San Martín. O, para la versión original: A cada cerdo le llega su San Martín.

o0o

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