sábado, 23 de enero de 2010

La vamos remando.


Bitácora del ciudadano de a pie.

El culebrón del Banco Central, nuevos capítulos.

El propósito de esta entrada era nada más que el de tener a la mano un párrafo de un texto de Jorge Fontevecchia. Pero, ya que me tomo el trabajo de postear, lo aprovecho para extenderme sobre la crisis del BCRA la que, por ahora, no ha abandonado el escenario mediático sobre el que ha transcurrido como un culebrón.

El texto fue publicado en Perfil la semana pasada y, en él, el director de esa publicación da su perspectiva del conflicto creado alrededor del BCRA. El análisis en sí mismo no contiene elementos que puedan objetarse con facilidad. Es un punto de vista, el punto de vista de Fontevecchia, y como tal no amerita lo que podríamos llamar, presuntuosamente, un contraeditorial. Pero sí quiero dejar registrado un párrafo de ese texto que es, a mi juicio, revelador. Y lo considero revelador porque proviene de un hombre que conoce en profundidad el medio de los medios, si se me permite la poco ingeniosa construcción. Dice Fontevecchia:

Finalmente, como siempre, el otro protagonista perpetuo y obvio de este síndrome político es la prensa. En el libro The new writing in the USA, su autor, Robert Creely, escribió: “Nada encajará si presuponemos que hay lugar para ello”. Si la mayoría de la prensa quiere ver que todo saldrá mal, hay más posibilidades de que la profecía autocumplida se haga realidad. Pero si fuera cierto aquello de que “muchos de los escritos dependen de la ocultación de las circunstancias que motivaron su redacción”, como escribió Adam Phillips, uno de los psicoanalistas más famosos de los Estados Unidos, el daño que la prensa le puede producir a Kirchner iría decreciendo porque cada vez serían más inocultables para los argentinos las motivaciones de los principales medios.

Fuente: Jorge Fontevecchia. Qué pasa. Perfil 17/01/10. Link

Como dije más arriba, revelador.

Yo sostengo la tesis de que esta crisis, que sin duda alguna ha sido dura, pesada por el ruido mediático y potencialmente peligrosa, es una de las que más podrían favorecer al gobierno en el caso de que la supere. Y la probabilidad de que la pueda campear no es ni grande ni chica. Está en una medida que permite el optimismo para las posiciones del Gobierno.

La razón principal de este optimismo es que esta crisis con patentes visos destituyentes, a diferencia de la crisis por la 125, transcurre -hasta ahora- únicamente en los medios. No hay rutas cortadas, ni aduanas y policías civiles tipo soviets en las rutas, ni patotas armadas amedrentando automovilistas, ni concentraciones multitudinarias a favor o en contra. Ni siquiera hay la atención mediática que los mismos actores mediáticos suponen. El propio Fontevecchia confiesa en la misma nota que esta semana última hubo un incremento en las ventas de diarios, tal como en la crisis por la 125. Podría ser, pero no me sirve tampoco como parámetro objetivo. En este caso el interés se podría justificar por la necesidad de entender un poco más un tema tan complejo para las personas corrientes. Lo cierto es que en la calle, en cualquier sitio de la calle, esta crisis política no despierta pasiones, ni mucho menos. Y esa abstracción de existencia real llamada “los mercados”, ni mu. Es una crisis que transcurre por encima de la actividad corriente de la población. Hasta ahora, insisto, es nada más que una crisis de existencia mediática. Uno puede escuchar por la calle cosas tan banales como Estoy a favor de Redrado, o La presi es una genia.

Esta realidad -que no ignoro que podría cambiar por cualquier circunstancia y en forma veloz- favorece sin duda al gobierno en la medida que pueda campear la movida. El tiempo juega a favor de las posiciones del Gobierno y en contra de los conjurados y sus circunstanciados adherentes.

Entre los complotados están los dos medios de prensa más poderosos, Clarín y La Nación, aunque este último no cuenta demasiado porque es un medio gráfico, con su versión on line, cuya eficacia destituyente se agota en los miles de personas que forman su clientela habitual y que ya son destituyentes desde mucho antes de que Martín Pérez Redrado quedara esposado al sillón del Banco Central por acción de los promotores de la intentona de golpe de estado del siglo XXI. En cambio Clarín, como medio con tentáculos audiovisuales, está más expuesto a la mirada del pueblo en general. Y resulta que sí, que efectivamente, sus excesos son advertidos cada día por un número creciente de personas y cada día es mayor el número de personas que alcanzaron a advertir que el tiramerdi de Clarín opera en función de intereses monetarios muy poderosos. En otras palabras, la credibilidad del multimedio se debilita día a día.

Jamás sabremos los ciudadanos del común por qué los grupúsculos de la derecha cerril que están detrás de todo esto eligieron momento tan poco propicio para sus planes. Con millones de argentinos disfrutando de sus vacaciones en todos los centros turísticos del país, con los diputados y senadores de vacaciones, con los diversos sectores de la producción económica en un estado de franco optimismo, la oportunidad elegida fue la peor. Repercusión fuera de los medios: cero.

Tampoco sabremos los ciudadanos del común la causa última de la decisión de suspender el viaje a China que tomó la Presidenta. Página/12, en un artículo de la semana que termina, luego de hacer en ese artículo un inventario de quiénes habían criticado furiosamente la decisión de no viajar a China, tituló muy sugestivamente ese artículo: La oposición la quiere ver en China. Es decir, las críticas eran esperables y la aparición de las mismas no sorprenden, porque haga lo haga el Gobierno recibirá la diatriba de la oposición oportunista (o sea, toda menos dos o tres dirigentes). Pero, tampoco hay que descartar la idea de que todo el abanico opositor y Julio César Cobos habían planeado a jugar a las visitas durante diez días seguidos mientras Crisitina no está, con las consecuencias que ello podría traer sobre la gobernabilidad.

El hecho cierto es que Martín Pérez Redrado quedó colgado del pincel; ayer por la tarde salió del Banco Central y la Policía Federal ya tiene la orden de no permitirle el ingreso el próximo lunes. Hay una mediana probabilidad que el producto del difunto Bernardo Neustadt renuncie este mismo fin de semana. Y otra mediana probabilidad de que quienes lo mandaron a la hoguera lo obliguen a quedarse en casa pero a la vez continuar la joda por algún otro resquicio de nuestro enclenque sistema judicial. Porque debo decir que, a mi modesto entender, Martín Pérez Redrado no se volvió loco, ni sufrió un brote de berrinche de niño bien, ni se atrincheró por las setenta lucas mensuales y las clases de yoga y tango como tiró anoche Aníbal Fernández en 678, sino que se encuentra cautivo de aquellos que lo mandaron al muere y que le permitieron decir, en una muestra de falta de tacto que conlleva una alta peligrosidad, que era más fuerte de lo que creían y que quienes creían que lo estaban matando en realidad se estaban suicidando.

Lo cierto es que lo único que lo sostenía era un recurso judicial que ya perdió. De todos modos, la oposición reunida en la Unión Democrática 2010 festejó un segundo fallo de la cámara, que embarga o freeza las reservas del Banco Central con el fin de mantenerlas alejadas de la insaciable ambición K. Esto también podría derivar en una acción favorable al Gobierno, en el caso de que la intromisión de la justicia en la administración de la economía llegue a la Corte Suprema. Los tiempos históricos no están para una Acordada al estilo del 10 de setiembre de 1930. Las consecuencias políticas serían decididamente trágicas. Y, por otra parte, la sola posibilidad de que la política económica de un estado podría estar sometida al humor de jueces de primera instancia, cuya formación económica y política difícilmente superen la de Mirtha Legrand o Ricardo Fort, o de camaristas cuya formación económica y política difícilmente superen a la de Luis Majul o Adelina Dalessio de Viola, es sencillamente violatoria del sentido común.

De todos modos, quienes comenzaron esta operación destituyente, este golpe palaciego siglo XXI, no se rendirán hasta agotar todas las posibilidades tácticas. Los argentinos tenemos la enorme fortuna de que, por ahora, estos tipos que ya no toleran al kirchnerismo no han recurrido a un acto de provocación violento. Dejando de lado esta macabra posibilidad, el candombe continuará esta semana, al menos hasta que pueda limpiarse todo el reguero de suciedad desparramada por la derecha cerril y por sus socios activos y adherentes. De modo que el peligro de que la payasada trascienda los medios (que es el ámbito en el que por ahora se desenvuelve), aún persiste. Pero si no tal cosa no ocurriese, entonces el gobierno podría sacar ventajas de esta movida que le han lanzado para destituirlo. Con miras al 2011, claro.

Alfredo Arri.


NOTA: Un artículo relacionado con el tema, cuya lectura es muy útil para comprender la situación política actual, es el que firma Raúl Dellatorre hoy en Página/12, aquí: El palo en la rueda como herramienta política.

Un párrafo de muestra de ese texto de Dellatorre:

Quizás si esa confrontación se planteara más claramente, exponiendo con todas las letras lo que está en juego, el Gobierno conseguiría mayores adhesiones, incluso de espacios hoy opositores. Y estos tiempos por venir, de confrontaciones permanentes y palos en la rueda para la acción oficial, encontraría a las fuerzas mejor repartidas. Al menos, mejor identificado a cada bando.



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