miércoles, 27 de enero de 2010

Anabella Ascar y Alberto Rodriguez Sáa o el amor nac&pop

El perro cholulo.

Si faltaba algo para demostrar que este es
un verano caliente, apareció Cupido y flechó:

Romance entre Anabella Ascar y El Alberto.


Anabella y García. No va más...

La noticia nos conmovió a todos el conventillo del perro. Quien vino con la nueva fue el abuelo Tomás. En su rostro, el viejo había dibujado una de esas muecas de malevolencia pícara que le es tan característica:

-Anabella Ascar se mudó a la casa de Alberto Rodriguez Sáa. Hay romance.

-¿Qué dice, abuelo -intervino la Negra-, no tomó el activia hoy? ¿No sabe que Anabella Ascar es la mujer de Héctor Ricardo García? Cómo se va a quedar sin pantalla...

-Lo dijo la tele, che. -se defendió al abuelo.

Mandamos a Luisito a la compu, a que confirme o desmienta la noticia. Al cabo de unos minutos, el pendejo vino con un resumen de su pesquisa:

-La radio de Tucumán lo confirma. Posta: Anabella se mudó a la casa del gobernador.

-¿Viste? -le lanzó el abuelo a la Negra. Y no se va a quedar sin pantalla. Ahora puede tener un canal entero.

-¿Y ahora que vamos a hacer? -preguntó la tía Asunta-. Es una gran pérdida para la tele...

En ese tono de lamentación siguió la conversación esta tarde en el conventillo del perro. Al punto que el abuelo volvió a meterse en la sala para seguir pegado al plasma, los demás seguimos la tertulia en el patio. Mientras nos turnábamos para darnos un chapuzón en la pileta de lona para engañar al calor, comentábamos con fervor las alternativas de la situación que se nos planteaba a los televidentes a raíz de esta conmovedora noticia. Más allá de comentar las alternativas recogidas en la red que desde su cuarto nos tiraba Luisito, tales como que don Héctor Ricardo le había tirado la ropa a la calle, o que el romance entre la descubridora de talentos y el singular gobernador sanluiseño tenía ya un tiempito de encuentros furtivos, y otras lindezas por el estilo, entre nosotros nos preguntábamos qué sería de ese espacio tan singular de la tele por cable como era el programa de Anabella. Y la verdad es que no tenemos respuesta. La pérdida es irreparable. Uno de los pilares de la televisión se nos cae delante de las narices y nosotros no podemos hacer nada. No es justo. Puede ser que de esta historia de amor, de auténtico amor argentino popular y nacional salga beneficiada Anabella Ascar, pero... la verdad, a nosotros nos partió por el medio.

¡Todo se viene abajo en este país, loco! Ya no nos queda ni la esperanza de conocer a alguna nueva Zulma Lobato o a reencontrarnos con el Hombre de la barra de hielo...

Mate McDulce.

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