jueves, 14 de enero de 2010

Ratas, buitres y zopilotes.

Bitácora del ciudadano de a pie.


The Oppositors Band
y su gran éxito: Los huevos al plato, candombe.


Este ciudadano de a pie pudo ver hoy por la tarde una buena parte de las intervenciones y chácharas que se dieron en el Congreso, en la sesión de la comisión encargada de revisar los DNU. No había expectativas, por cierto, ya que el resultado del debate se conocía de antemano. Pero, no me perdí la oportunidad de seguir el debate formal. Siempre es bueno escuchar. En una de ésas, resulta que uno puede, ante los argumentos irrefutables, modificar las opiniones que tiene del tema. O no. Pues bien, en este caso, no. No sólo no me modificaron la opinión que tengo sobre el tema los señores diputados y senadores de la oposición variopinta que supimos conseguir, sino que me la reforzaron.

Me voy a reservar los juicios de valor que el espectáculo circense me permitió elaborar de ciertos políticos que apenas conocía. No aportaría nada si los reprodujera aquí en una catártica confesión. Pero sí quiero manifestar públicamente el más hondo asco que me produjeron ciertas peroratas de algunos opositores al Gobierno. Asco a partir de un sentimiento que no es objeto de manipulación por parte de la voluntad, como es el del amor a la patria. Sí, amigo lector, no se sonría socarronamente usted ni sienta conmiseración por mí ante la lectura de mi confesión. Amo a la patria, qué le voy a hacer. La patria me duele. Y esta tarde sentí ganas de llorar. Nunca antes como esta tarde vi u oí a tantos agentes de la antipatria y tan conscientes de su desprecio a la patria. Nunca antes desde la nueva era democrática iniciada en 1983. La capacidad de daño que tienen algunos de esos indignos representantes de nuestra nacionalidad es enorme. Y la falta de escrúpulos para mentir y para someterse a los dictados de las corporaciones es dolorosa para quienes debemos soportarlos pasivamente desde nuestras casas. Pude cambiar el canal y evitarme el mal momento, es verdad. Pero de todos modos sirvió. Las ganas de llorar pasan, el sentimiento de asco también pasa y estos personajes mediocres terminarán siendo cenizas de la historia. A ellos no les interesa ese destino de olvido, claro. Pero a mí sí, porque me interesa la patria. Así que me permitó sentir asco ante esas ratas, para usar el vocablo del día.

Más allá de esta confesión de un sentimiento de tristeza y bronca menor, no quiero cerrar la entrada diaria de esta bitácora sin manifestar algunas reflexiones sobre el tema que desde hace una semana agita los canales de cable y las radios (aunque menos en éstas, gracias a los propios oyentes que reclaman un generalizado ¡basta!)

El solo hecho de llevar a la justicia un hecho político -y menor- ya condena a los diputados que firmaron esa demanda al repudio eterno por parte del pueblo. No puede calificarse de otro modo esa actitud que de canallesca y cobarde. Lo de Federico Pinedo no tiene un calificativo que colme con justicia lo que fue capaz de hacer y promover. Póngale usted el calificativo que quiera. Y el cinismo de Elisa Carrió, que desde Punta del Este le aconsejó a Héctor Martín Pérez Redrado presentar recursos de amparo y atrincherarse en un puesto desobedeciendo órdenes jerárquicas y anoche, en TN dijo que hay que parar con todo esto y que la Presidenta debe llamar a extrarodinarias. No se puede creer tanto cinismo.

Al Gobierno no le queda otra que campear el temporal en el ámbito de la justicia. Lamentablemente. A judicialización de la política, más judicialización de la política) Están obligados por las actitudes cobardes de quienes decidieron judicializar la política. Si ése es el camino, entonces hay que denunciar penalmente a todos y que siga el baile. Osvaldo Guglielmino, el procurador del tesoro presentará hoy, dice Telam, una denuncia penal contra la jueza María José Sarmiento y contra el diputado Federico Pinedo. Es el camino elegido por la oposición. Y hay que recorrerlo. ¿Obtendrá resultados favorables el gobierno en ese ámbito o, por el contrario, seguirá hallando jueces de paz que se arroguen el derecho de administrar la economía nacional? Si aun fuese así, hay que hacerlo.

Juega a favor del gobierno el hecho de que el pueblo, en general, está ajeno a este entuerto, al que juzga payasesco y propio de pelotudos que gustan hablar discursos pomposamente vacíos; el hecho de que el pueblo, en general, está a la expectativa en forma pasiva. En esta situación de curiosidad indiferente, o indiferencia social expectante (valga el oxímoron en cualquiera de sus dos variantes), el tiempo juega a favor del Gobierno porque, si la intención de todo este circo fue provocar un clima de crisis con fines destituyentes, y que tal clima no haya producido aún a pesar de los días que transcurrieron, los promotores de este candombe terminarán acorralarlos en su propia trampa. ¿Hasta cuándo podrán excusarse jueces, o ser recusados, o negarse a aceptar demandas, o a declararse incompetentes, o a cualquier otra verdura que en un juicio ordinario pasaría en virtud del anonimato? Las personas que observan toda esta movida no son ignorantes. Ven, oyen, y juzgan. Se están poniendo en evidencia y eso lo ven las personas que ven, oyen y analizan o juzgan.

¿Quién, en condiciones normales de una cotidianidad corriente, pasaría horas mirando por televisión un debate acerca de bancos centrales, deuda externa, bonos, índices, tasas de interés? Nadie. Entonces hay que aprovechar esa expectación pasiva para seguir machacando con todo aquello que, por un lado, actúa como escuela acelerada para el pueblo en temas de dinero gordo y peces gordos y, por otra parte, extiende ad infinitum los tiempos de exposición pública de todos estos sátrapas entregados de pies y manos a las corporaciones, tanto locales como del extranjero.

No afirmo, ni mucho menos, que todo este circo no se transforme finalmente en una crisis institucional real, que trascienda el palacio de justicia y los medios de comunicación y llegue a la calle. Podría suceder. Después de todo, es lo que buscan sus promotores. Pero mientras no suceda, la movida que desataron los personajes que representan a la derecha destituyente se les puede volver en contra y eso hay que aprovecharlo. Bien por la Presidenta, que no pierde oportunidad para machacar. Bien por la aparición de las definiciones rotundas, como ratas y buitres. Bien por los diputados del oficialismo, que no pierden oportunidad para machacar. Bien por lo de embargador serial. Es el lenguaje que entendemos las personas corrientes, los ciudadanos de a pie, la negrada. Mientras las condiciones sociales sigan así, hay que aprovechar lo que finalmente podría llegar a ser, para sus promotores, un búmeran.


Alfredo Arri.

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