jueves, 22 de julio de 2010

Macri sin bigotes.

Bitácora del ciudadano de a pie. Política Nacional.

Cuando la política es ejercida
por inútiles y advenedizos.



Mauricio Macri ha ingresado en el terreno del grotesco. Su conferencia de prensa de ayer por la tarde fue la muestra cabal de ese ingreso decidio al Palacio de la risa. No se puede creer. Es decir, se puede explicar: el heredero de un imperio empresarial cuenta con medios de comunicación que son condecendientes para con él y, guareciéndose detrás de ellos, sigue en la suya. Se puede explicar, pero no se puede creer. No se puede creer que alguien, basándose en ese hecho de contar con medios que son piadosos para con él, crea que los ciudadanos del común somos sencillamente estúpidos. Que los hay, los hay, pero no tantos como este hombre mediocre cree.

El hijo de Franco Macri quiere ahora someterse a juicio político. Otra jugada mediática, a la que deben ahora obedecer sus subordinados a los que contrató para jugar a la política, cambiando posturas públicas en menos de veinticuatro horas. Claro: no fueron veinticuatro horas corrientes: fueron veinticuatro horas en las que la imagen pública del chico rico devenido alcalde entró de cabeza en el tobogán que lo llevará sin escalas a un arenero lleno de mierda, sobre el que caerá de culo. La razón de esta caída brusca la conocen hasta los chicos: el tipo volvió del exterior y repitió el verso de siempre: Kirchner lo hizo. No sólo se cagó en el juez Norberto Oyarbide, sino en los tres jueces de cámara que confirmaron su procesamiento, en aquellos otros que participaron del jury para apartar a los jueces misioneros que le hacían favorcitos a Ciro James y, en general, se cagó también en una muy buena parte de los ciudadanos de la ciudad de Buenos Aires. Más chiquilín no se puede ser. Más inmaduro no es posible ser.

Los subordinados a Mauricio no tendrán más remedio que llevar al absoluto su condición de subordinados y secundar la farsa. En ese club, desobedecer puede llegar a ser muy, pero muy peligroso.

De todas maneras, habrá desobedientes. Algunos habrá que conserven algo de dignidad, más allá del peligro serio que corran sus carreras personales (leer El pibe, de Gabriela Cerrutti). No me imagino a un Federico Pinedo, por ejemplo, continuar incinerándose nada más que por seguir las directivas de este hombre que no nació para la política. (al menos en democracia). El domingo por la noche, cuando Pinedo apareció ante las cámaras con un par de carteles preparados por el departamento de marketing del pro para defender a su jefe, su papel fue tristísimo: ni cinco minutos antes Elisa Carrió, que es política pro (profesional) de verdad y como tal no come vidrio, había dicho: Muchachos, no jodamos: son cuatro jueces. Hablemos en serio.

Mauricio Macri está convencido, por lo que se ve, de que la estrategia de recoger para sí todo voto anti K que ande por ahí es la correcta para él. No ha tomado conciencia de que ese mercado electoral ya está saturado, que no es tan grande como se cree o se dice en los medios, y que su crecimiento en términos absolutos no sólo es dudoso sino que es probable que siga decreciendo. Un político que no puede entender que es tan estúpido afirmar que el setenta por ciento de los votantes del país son anti k como que el setenta por ciento de los votantes de Capital es anti Macri, no está capacitado para seguir actuando en política. No saber leer los resultados de una elección es imperdonable para un político profesional. Mucho más cuando ha pasado un año desde la elección o elecciones que se debieron analizar.

De todos modos, es necesario insistir en lo siguiente: Mauricio Macri no sólo carece de vocación política y aptitudes para ejercerla. Forma parte y actúa conforme a oscuras directivas, además, de alguna cofradía ultraderechosa en las sombras que puede llegar a ser fatal para cualquier país que, como el nuestro, se halla en pleno proceso de recuperación del desastre producido por un cuarto de siglo de neoliberalismo. Es un hombre que pertenece a la clase de dirigentes convencidos que la mejor forma de superar un diciembre de 2001 es la represión violenta. Es peligroso. Muy peligroso. Es la expresión grotesca de la voz de los taxistas de radio 10.

Las fuerzas progresistas de Capital Federal no pueden bajar la guardia: es de urgencia erradicar esta larva de fascismo de la ciudad, erradicarla en forma definitiva. Y las fuerzas progresistas de todo el país deben impedir que este "club" de nostálgicos de la dictadura y del menemismo alcance entidad nacional.

Alfredo Arri

o0o

1 comentario:

  1. Hay que hacer vigilia... como siempre digo: solo cambia el mascarón de proa... pero al timón de ese barco lo manejan los mismos de siempre...

    ResponderEliminar