martes, 20 de julio de 2010

La semana política. 20 de julio de 2010.

Bitácora del ciudadano de a pie. Política nacional.

Argentina avanza.
La ruptura de la indebida obediencia debida.


En la semana que finalizó ayer, nuestro país avanzó hacia el perfeccionamiento de la democracia. No sólo se logró instituir un matrimonio igualitario, lo que de por sí pone a Argentina entre la avanzada de las naciones que van decididas a por la conqusita de derechos civiles plenos, sino además porque una buena parte de su clase política comenzó a darse cuenta de que, de seguir por el camino que les marcan los grupos de poder económicos, ideológicos y mediáticos, pierden en la consideración de la opinión pública.

La modificación al Código Civil, a partir de la cual se posibilita la entrada en la legalidad a una importante porción de la población que, hasta ahora impedida de hacerlo por prejuicios que se arrastraban desde siglos atrás, ha sido sin duda alguna un hecho de importancia en la marcha de la democratización plena de la socidad. Que personas del mismo sexo puedan casarse y, a partir de esa entrada a la legalidad, accedan a derechos hasta ahora vedados, es sin duda alguna una gran coquista cívica.

Por razones que todo el mundo conoce, el debate de este tema entre la población fue mucho más intenso en esta ocasión en que se trató el proyecto en el Senado que cuando se lo trató en Diputados. La razón de este encarecimiento del debate en tan pocas semanas de distancia entre uno y otro suceso es por todos conocidos: la Iglesia lanzó una ofensiva de características retrógadas que alertó a gran parte de la población. La acuñación de expresiones tales como "guerra de Dios", y la utilización de los alumnos de las escuelas católicas para una movilización política e ideológica fueron desaciertos de la Iglesia que cayeron muy mal entre los ciudadanos, incluso los católicos. Por otra parte, los argumentos expuestos por los defensores de una "familia tipo" que en los tiempos que corren tiene existencia nada más que en las ficciones hollywoodenses (y en una porción minoritaria de la sociedad), fueron sencillamente grotescos.

Por otro lado, la sociedad toda ha sido testigo directo de la existencia, desde hace décadas, de parejas homosexuales a las que, en algún momento de la existencia de los miembros de esa pareja (generalmente momentos graves, o trascendentes), se les arrebataban derechos elementalísimos que medidas cautelares parciales apenas podían compensar. Derechos patrimoniales, tales como herencia sucesoria, pensiones, jubilaciones, etc; y derechos personalísimos como tomar decisiones en momentos críticos de la vida, tales como los de asistencia al ser amado en sus horas más dramáticas. Casi todo el mundo conoció un caso de estos en los que las leyes existentes hasta ahora les facilitaban a terceros ajenos a la pareja el escamoteo de bienes y todo tipo de injusticias. Casi todo el mundo fue testigo de casos en los que "ellos" no podían defenderse con los mismos derechos con que "nosotros" sí podíamos defendernos. Lo que pretendo decir con esto último es que para una gran parte de nuestra sociedad, este debate se fundamentó en el sentido común.

Sencillamente, triunfó el sentido común. Y esa hermana tan hermosa, que llamamos libertad.

Lo más importante que surgió en el calor del debate por el matrimonio igualitario fue, nadie lo dude, la cintura de muchos políticos que, advertidos de que las personas del común les darían la espalda a quienes se sumaran a los grupos de poder mediático (que trató de imponer la idea de que el proyecto de ley era uno K cuando nunca lo fue), o a los grupos de poder ideológicos, como la Iglesia, se salieron rápidamente de esa trampa y obraron conforme a sus conciencias. Ernesto Sanz, por ejemplo, lo había anunciado desde antes del debate en el recinto: votaría a favor del proyecto a pesar de los inconvenientes que ello le traería entre sus propios votantes mendocinos. Al final, el senador Morales optó, también, por el sentido común. En su nota de ayer en Pagina/12, Horacio Verbistky llama a esta realidad parlamentaria "fenómeno de transversalidad". La caracterización es correcta, a la que añado: ¡por fin!. Por fin la clase política se va dando cuenta de que deben presentarse ante la sociedad fieles a sus pensamientos, creencias, convcciones y principios, y no obrar conforme a los dictados de la patria mediática, en una obediencia indebida que, a la corta o a la larga, los deja desnudos ante la sociedad toda.

Mariano Grondona por ejemplo, en su programa radial de anteayer por la mañana, se lamentaba: Morales votó para Kirchener; Estensoro votó a favor de Kirchner; Sanz votó para Kirchner. No es que el pendolista de La Nacion no comprenda que tanto Morales como Estensoro o Sanz (y otros) votaron, no a favor de Kirchner, sino en correspondencia con lo que pensaban acerca del tema, y, seguramente, en correspondencia con lo que esperaban de ellos sus correligionarios. No: Grondona no ignora esto. Simplemente insiste en que la clase política no K debe comportarse como un conglomerado compacto anti K en todo momento. Y lo grato es comprobar que esta imposición tan interesada como irreal -que se arrastra absurdamente desde el 28 de junio del año pasado- ya no prende tan fácilmente en la clase política en su conjunto.

Lo de Grondona llega a tal punto de obcecación que incluso reprochó a muchos políticos no oficialistas no haberse "solidarizado" (sic) con Mauricio Macri, a quien le fue confirmado el procesamiento por la Cámara. Su razonamiento es el siguiente. Mauricio Macri puede ser el candidato que finalmente logre derrotar a Kirchner, por lo tanto, todos los opositores deberían apoyar a Mauricio Macri en este trance judicial. Y entonces una expresión tal como la de Elisa Carrió: "el fallo de la cámara es impecable", refiriéndose a la confirmación del procesamiento de Macri por la Cámara es visto por don Mariano Grondona como una claudicación de la chaqueña. Y la verdad es que, ni Elisa Carrió, ni nadie, come vidrio. Anteanoche, en la versión televisiva del programa madrina de la derecha cerril -Hora Clave-, Elisa Carrió se lo dijo con todas las letras al conductor: usted seguirá con su interpretación toda la noche, pero la verdad es que Macri tiene que dar la cara. Si cuestionamos no sólo a un juez sino a toda una cámara...estamos perdidos Repito: los políticos profesionales no comen vidrio.

Mauricio Macri, finalmente, dio la cara. Es una forma de decir: en realidad, se presentó en una conferencia de prensa para ratificar todo su pensamiento alrededor del escándalo de la side paralela que imaginó para la Capital, llegando a comprometer a ciudadanos respetables de la sociedad en causas penales nada más que para acceder al modo de intervenir teléfonos. Minga de pedir licencia, dijo. Y otra cosa no puede decir, vamos. Su caradurez no tiene límites: pidió juicio oral para sí sabiendo que lo tendrá sí o sí, lo quiera él o no. Quedó metido en su propia trampa y muy difícilmente pueda salir de ella. Para colmo, su propio padre dijo expresamente que no creía que el gobierno nacional tuviera nada que ver con la causa. (Dicho sea al pasar, Franco Macri dijo lo que dijo en el programa radial de Grondona, anteayer, en comunicación telefónica desde Beijing. Las declaraciones fueron levantadas por todos los medios pero nadie le reconoció el mérito periodístico a don Mariano. Cosas del periodismo mezquino.)

Mauricio Macri está hasta las tetas, aunque él insista en que no. Y aunque su asesor de imagen se haya desbocado al declarar: a la gente "le importa un carajo" lo de las escuchas, la verdad es que está hasta el caracú. Enorme estupidez la de Durán Barba, porque si fuese cierto el dictamen (es decir, que a la gente no le interesa lo de las escuchas), el argumento de que la causa fue montada por el kirchnerismo para limarlo con vistas al 2011 carece de sentido, ya que... si a nadie le importa, su efecto sería nulo.

Es probable, sí, que la causa por la que se lo tiene procesado y por la que se lo llevará a juicio oral le guste o no, no despierte la desconfianza entre sus seguidores, es decir, en esa parte de la clase media porteña que lo que quiere de su gobernante es que sea lo más parecido a un milico de la dictadura en tiempos de democracia. Y Macri lo es. Pero nadie dude de que sí lo afectará con vistas a las elecciones del 2011. Las personas que piensan que un milico en democracia es lo ideal para gobernante de la ciudad son minoría y en el resto de las clases medias porteñas y en gran parte de los ciudadanos de provincias, las continuas tropelías de Mauricio Macri producen firme rechazo. Digámoslo de una: La carrera política de Mauricio Macri está acabada, sólo que el interesado no se dio por enterado.

Mauricio Macri se largó a la política con una consigna freudiana: Mauricio, que es Macri. A los pocos años de andar en la vida pública tuvo que tragarse un sapo ante la realidad de esta otra consigna: Macri, que es Franco. Mariano Grondona, en ese mismo programa de anteayer en la radio, cometió una infidencia: en una reunión privada, Franco Macri le confesó alguna vez: "Mauricio es un príncipe; yo seré siempre el hijo de puta". Quien haya leído El Pibe comprenderá, por otro lado, el drama familiar en el que nos vemos involucrados los castigados ciudadanos de Capital Federal, gobernados desde hace dos años por un incompetente absoluto a quien la política y las instituciones, además, le importan un carajo.

En otro orden de cosas, la visita oficial de la Presidenta a China fue otro de los hechos trascendentes de la semana pasada. Obviamnete: la prensa canalla hizo todo lo posible para nihilizarlo escandalosamente.

Alfredo Arri



Varios días después de publicada esta entrada, Horacio Verbitsky publicó en Pagina/12 un artículo en el cual se expone lo que quise expresar aquí. Como lo ha hecho el periodista en forma mucho más elegante que la usada por mí aquí, reproduzco su párrafo final, al tiempo que invito a mi lector que lea todo el texto. El párrafo es el siguiente:

La sociedad argentina es un poco mejor ahora y es bueno que importantes líderes de opinión puedan quitarse por un momento el lente del antikirchnerismo patológico con que filtran cada tema, para apreciar la importancia de un paso gigantesco en la lucha por la ampliación de los derechos para todos sus habitantes, incluyendo a los más vulnerables y desprotegidos.
fuente: Pagina12, viernes 23/07/10, contratapa



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1 comentario:

  1. A la gente le importa un carajo de la gente porque hay gente para todo, pero no todos son gente. Gente como uno es diferente.

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