El 17 de octubre del 45 en la mirada del franquismo.
Gracias a Dios, el obrero argentino es peronista.
Gracias a Dios, el obrero argentino es peronista.
Siguiendo con el juego -si se me permite llamarlo así- de publicar viejas notas de diarios españoles relacionadas con los hechos de nuestra historia reciente o no tan reciente -en esta sección titulada Hemeroteca-, reproduzco aquí la nota de opinión de la sección Noticias del Extranjero del diario La Vanguardia, de Barcelona, publicada el día 19 de octubre de 1945. La nota comenta, como se sospechará, el acontecimiento de masas vivido en Buenos Aires, Rosario y otras ciudades del país el 17 de octubre del 45.
La crónica del hecho histórico -que el diario publica en la misma página en que se encuentra la nota de opinión, no aporta demasiados datos. De todas maneras, el lector interesado podrá leerla, si lo desea, siguiendo el enlace al pie de esta entrada. Sólo destaco de esa crónica que cuando se menciona que los manifestantes atacaron a los principales medios de prensa antiperonistas, se refiere a Crítica y La Vanguardia.
El análisis del editorialista es acertado. Hay algunas curiosidades semánticas. Por ejemplo la expresión "el elemento obrero", que en los años de las décadas de los sesenta y setenta fuese usada peyorativamente por nuestras sucesivas dictaduras, es utilizado en el texto reproducido aquí como una expresión corriente, sin connotaciones descalificadoras. Eso sí: la conlcusión a la que arriba el analista es una auténtica perlita.
Confusión en la Argentina.
La Vanguardia, octubre 1945.
La actualidad obliga realmente a mirar hacia la Argentina, y, sin embargo, es imposible hacer un juicio sobre lo que ahí sucede, puesto que no sabemos casi nada seguro sobre ello. Después de la caída de Perón, el «hombre fuerte» del Gobierno Farrell, y la marcha del presidente hacia la normalidad constitucional, o sea, hacia el cumplimiento de los deseos liberales de la oposición, resulta que la situación sufre un espectacular cambio que ni siquiera se sabe si lo es. En efecto, Perón, que estaba detenido, es puesto en libertad, se traslada a la Gasa Rosada y sale al balcón principal al lado del Presidente, desde donde dirige la palabra a los obreros, que en multitud le aclaman. Por si fuera poco, y demostrando que no eran falsas las afirmaciones de que Perón controlaba una buena parte del elemento obrero, he ahí que se declara una huelga general que detiene la vida de la gran capital del Plata y otras ciudades de la República. Pero, al lado de todo esto, que constituye evidentemente una reacción peronista, se informa de que dicho coronel ha salido para la Patagonia, lo cual querría decir que no va a intervenir inmediatamente en la vida política argentina. Al mismo tiempo parece que Farrell ha constituido un Gobierno en el cual están todos los ministros del anterior, excepto Perón, y que se van reponiendo las autoridades del régimen que parecía ya caído. ¿Qué sucede, en verdad, en la Argentina?
A través de las tinieblas en que nos tiene la confusión de las informaciones, parece adivinarse que, en el fondo, Farrell y Perón están de acuerdo. La frase de Perón de que «va a vestir en lo sucesivo el traje civil» por haberse retirado del Ejército y su discurso todo, en el cuaí se ha presentado como paladín de la unión entre el Ejército y el pueblo, indican claramente que el famoso coronel ha decidido lanzarse de lleno a la política. Al final del propio discurso, por lo demás, queda explicado lo del viaje a Patagonia, puesto que, según dijo, se siente muy fatigado y necesita una temporada de descanso «para recuperar mis fuerzas —afirmó— y volver a la lucha con vosotros (sic) hasta la extenuación si es necesario». Si. advertimos que, según la noticia referente a la huelga, la Policía no ha intervenido en ciertos incidentes surgidos en torno a dicho paro, el cuadro queda bastante completo. Según lo que se adivina, por lo tanto, Farrell, de acuerdo con Perón, trata de constituir nn Gobierno que presida las elecciones y con ello facilite, la elección deí coronel para la Presidencia de la República. Facilitaría este intento la descomposición de los partidos tradicionales (Demócrata Nacional, Radical —con sus dos ramas, «personalista» y «antipersonalista»— y socialista) y la tendencia de la política argentina al caudillaje, o sea a la jefatura de «un hombre seguido más por su popularidad que por un verdadero programa de Gobierno. Lo cierto es - y ello constituye el elemento más favorable de la situación argentina- que la pugna en torno a Perón ha desplazado a los líderes comunistas, que pensaban, sin duda, pescar en río revuelto. El hecho de que el obrerismo se haya hecho en gran parte peronista, no deja de ser un factor de tranquilidad y paz.
fuente (en Pdf): Hemeroteca de La Vanguardia.o0o
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