Un párrafo de un texto de Luis Bruschtein
Señoras gordas.
Señoras gordas.
De la lectura de los diarios de esta mañana, selecciono un párrafo de un texto de Luis Bruschtein, publicado en Pagina/12 bajo el título de El poroteo de jueces. El artículo en sí analiza la situación del macrismo a partir de los runrunes que los hombres del propio macrismo lanzaron entre los periodistas y que refieren, digamos, las especulaciones que Macri había hecho alrededor del esperado fallo de la cámara y la decepción final ante el resultado de ese fallo. Ya el miércoles había publicado algo de esto del poroteo Luis Majul en La Nación. El análisis de Luis Bruschtein es interesante porque pone al descubierto que quienes se quejan de una justicia presionable, de alguna manera estuvieron presionando a esos mismos jueces que ahora critican de una manera feroz. Pero, al perro lector le gustó más un párrafo de la nota que pinta, de un modo elegante, una realidad social que se vive en esta ciudad de Buenos Aires, esto es: el padecimiento de nuestro gorilaje porteño, que no puede soportar al kirchnerismo. El periodista de Pagina/12 utiliza una expresión algo demodé -las señoras gordas-, pero la idea vale. El párrafo es el siguiente:
No se entiende dónde ponen su indignación las señoras gordas. Macri está relacionado con el espionaje telefónico. Así lo piensan cuatro jueces y lo demuestra la evidencia de los hechos, porque él nombró y defendió a un comisario acusado de encubrimiento en la causa AMIA y este comisario fue el que promovió al espía Ciro James. Para zafar de esta acusación, Macri hace teatro, acusa furiosamente sin pruebas y trata de usar a su favor el odio político –o gorilismo– que un sector de la clase media porteña le profesa al Gobierno nacional. Las señoras gordas están más ensimismadas en su odio político que en el daño institucional que implica un jefe de Gobierno que piensa en instituciones policiales con Fino Palacios a la cabeza. En el fondo, las señoras gordas también quisieran tener un Fino Palacios como jefe de policía.
fuente: Pagina/12, Luis Bruschtein, El poroteo de jueces.
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