Las vuvuzelas, o la aniquilación
estética del fútbol espectáculo.
estética del fútbol espectáculo.
Gracias a los avances técnicos, cada nuevo mundial de fútbol trae ventajas para el espectador de televisión que, como se sabe, son unos cuantos millones alrededor del mundo. Cada vez se ve mejor, cada vez se transmite mejor.
Pero en esta ocasión, lamentablemente, con esa moda de tocar una insoportable corneta monocorde durante todo el partido, los espectadores presentes en Sudáfrica han hecho de ese espectáculo algo insoportable para el otro espectador, el telespectador.
¿Qué quedará de un partido de fútbol sin las exclamaciones de los espectadores? Los Uhhh! cuando la pelota pasa cerca del poste o del travesaño tras un remate. Los gritos cuando un defensor mete la mano en la pelota dentro del área. Las estentóreas puteadas coreadas cuando alguien pone una pierna demasiado fuerte. Sin todo esto, el fútbol televisado se convierte en un espectáculo anodino.
Por primera vez en la historia de los mundiales televisados, me he visto obligado a meter el mute y ver el partido en silencio. Así, mientras en la pantalla transcurre en silencio el ya por sí anodino Holanda versus Dinamarca, en el aire de la casa flota la voz de Héctor Larrea y sus colaboradores.
Al señor de la corneta, que en el culo se la meta, gritaban las hinchadas años ha, cuando algún paspado quiso traer a nuestro país esa moda de las extranjias.
Menos mal que para el fútbol local nos quedan los Tula y las barras bravas con sus cánticos redondos. Pero lo que es para el Mundial, ¿quién se banca hoy un partido en el que no juegue Argentina con semejante tono zumbón de fondo?
Aysss!
Pero en esta ocasión, lamentablemente, con esa moda de tocar una insoportable corneta monocorde durante todo el partido, los espectadores presentes en Sudáfrica han hecho de ese espectáculo algo insoportable para el otro espectador, el telespectador.
¿Qué quedará de un partido de fútbol sin las exclamaciones de los espectadores? Los Uhhh! cuando la pelota pasa cerca del poste o del travesaño tras un remate. Los gritos cuando un defensor mete la mano en la pelota dentro del área. Las estentóreas puteadas coreadas cuando alguien pone una pierna demasiado fuerte. Sin todo esto, el fútbol televisado se convierte en un espectáculo anodino.
Por primera vez en la historia de los mundiales televisados, me he visto obligado a meter el mute y ver el partido en silencio. Así, mientras en la pantalla transcurre en silencio el ya por sí anodino Holanda versus Dinamarca, en el aire de la casa flota la voz de Héctor Larrea y sus colaboradores.
Al señor de la corneta, que en el culo se la meta, gritaban las hinchadas años ha, cuando algún paspado quiso traer a nuestro país esa moda de las extranjias.
Menos mal que para el fútbol local nos quedan los Tula y las barras bravas con sus cánticos redondos. Pero lo que es para el Mundial, ¿quién se banca hoy un partido en el que no juegue Argentina con semejante tono zumbón de fondo?
Aysss!
o0o
Las vuvuzelas han venido
ResponderEliminary ya no se han de marchar
aunque molesten a tu oído
las tendrás que escuchar
Es de la abeja el zumbido
del africano el clamor
al fin al pueblo han oído
aunque sea en lo peor
Sonidos de pueblo libre
cuando haya libertad
hasta que no se equilibre
sonad vuvuzelas sonad
Con onda. Saludos.
Es un buen argumento a favor de las vuvuzelas, Pepe. Sin duda. Pero, mi estética (mi pobre estética) me impide incorporarlas al espectáculo futbolero-televisivo. Así que seguiré viendo en mute los partidos en los que no juegue Argentina.
ResponderEliminarSaludos!