lunes, 6 de septiembre de 2010

José Eliaschev, tilingo importante.

Cuando el tilingo mea fuera del tarro.


"La superioridad de la mesura."



Hace rato que los sufridos negros de mierda tenemos que soportar la tilinguería de los tilingos de toda laya que transitan los medios de comunicación con aires de andá a saber qué mierda, para decirlo de una y en buen romance. Estamos acostumbrados, vamos. Pero sucede que hay veces en las que algunos de estos pelotudos de traje y corbata, con firma en los medios -pelotudos importantes, digamos- se pasan de revoluciones en sus expresiones tilingas en contra de nuestra categoría zoológica de negros de patas en la fuente y entonces a uno le salta la térmica. Y le sale la negrada de adentro. ¿Guarangamente? Y, sí, ¿por qué no?

Don José Eliaschev, quien evidentemente sufre algún síndrome de esos que caracterizan a los pelotudos importantes a sentirse tales y que los obliga a levantar la mano en cada ocasión en que se inquiere su presencia, volvió a incontenerse, si se me permite el verbo tan elocuente que merecería existir. Y el producto de su incontinencia de esta vez quedó estampado en la vomitada que tituló "Guarangadas" y que Perfil le publicó ayer, domingo 5 de setiembre del año 2010 del Señor.

El texto es un inventario de rebuscadas construcciones retóricas que le permiten expresar a don José Eliaschev, con el marcado énfasis del tilingo cuyo concepto del buen gusto eleva esa tilinguería a la categoría de grotesco, su asco visceral por los diversos militantes que, aquí y allá, alrededor de un kirchnerismo que cada día les es más insoportable a los tilingorilas, se expresan con las claras palabras del castellano para dar a conocer su opinión militante. Así, si un militante, sin duda guarango, califica a un ex fiscal de "borracho hijo de puta", éste militante guarango no hace más que encarecer la falta de buen gusto decente que los tilingos soportan desde hace varios años y he ahí su sufrimiento insoportable. ¿Qué es lo raro?, se pregunta don Eliaschev. ¿Acaso el canciller no se autodefinió como un barrabrava? Pero aún reconociéndolo así, es decir, como fenómeno extendido el de la guaranguería oficialista, el periodista independiente no deja de sufrir ante tanta guarangada.

¡Ah!: Ya no quedan elegantes rentistas sojeros y miembros de un antiguo y refinado jet set que puedan lanzar a los cuatro vientos: "¡Que se recontreametan la candidatura bien en el medio del culo!." Ni elegantes señoras que se puedan mandar las admoniciones que se manda doña Elisa, refinada dama como ya no quedan. "Somos una dirigencia política de mierda, entre la que me incluyo", sentenció el ex presidente Eduardo el Breve. ¡Esos son distinguidos, papá! O la más finoli "para sobrevivir en política hay que hacerse el boludo", como sentenció el bon vivant o dandi a la violeta don Felipe Monsanto Solá.

Y ya no quedan caballeros que secuestran, torturan, roban, matan y desaparecen al prójimo con una educación y modales públicos, viera usted...

Pero a los negros, sinceramente, lo que más nos fastidia de estos tipos que se la dan de elegantes en medio de la mierda en que se mueven para sobrevivir, es la petulancia pestilente que exhalan a la hora de declararse en estado de superioridad moral, intelectual y aun estética. Don Pepe Eliaschev ofrece en su texto de hoy un breve pero contundente inventario de odio expresando en los signos del lenguaje. Ellos, los guarangos que forman el "lumpenaje" oficialista, nos llaman "giles de cuarta" a nosotros, la "gente decente, valiosa, de principios". Ellos "han incorporado una vulgaridad deliberada y despótica a su verba y a su praxis", "instituyendo una abyecta farandulización". "Ellos pregonan que la ordinariez es un signo de creatividad, notoriamente saludable". En ese tono de chiqué escandalizado por la ordinariez de las masas miltantes está todo el texto de José Eliaschev. Pero lo que me produjo que la térmica me saltara fue esta hermosa expresión: [Ellos, los militantes guarangos] "dicen ser la contrapartida a las frialdades, protocolos y solemnidades de esas pobres almas que creen en la superioridad de la mesura."

Seamos francos: es verdad que muchos consideramos "pobres almas" a los individuos que encarnan lo que podríamos imaginar como el arquetipo de algunos tipos humanos que no son de nuestro agrado. Es tan verdadero esto que cada uno de nosotros, en la medida en que, a nuestra vez, encarnamos a alguno de esos arquetipos desagradables para los otros, somos calificados de "pobres almas" por esos otros. Pero más allá de esa calificación -que en el texto de Eliaschev es autocalificación- lo que verdaderamente enerva es la declaración de superioridad. En este caso, la declaración de superioridad de los que creen en la mesura; pero, en general toda declaración de superioridad es repugnante al humanismo, si no a la Humanidad directamente. La tentación de reputar al prójimo distinto como "pobre alma" es universal: obedece a los sentimientos viscerales y es o debe ser sublimada por la razón. Pero ésta no puede declarar la superioridad de un colectivo de "pobres almas" sobre otro colectivo de otras "pobres almas". ¿Por qué? Porque no podría fundamentarla con ningún argumento, jamás. No con la razón.

Pero dejando de lado este principio general del humanismo como es considerar que cualquier autoproclamación de superioridad es ofensiva a la condición humana toda, además de socialmente peligrosa, vale la pena analizar, aunque sólo sea por un instante, lo de la mesura.

Según del diccionario de nuestra lengua, el vocablo mesura tiene tres acepciones: 1. f. Moderación, comedimiento. 2. f. Gravedad y compostura en la actitud y el semblante. 3. f. Reverencia, cortesía, demostración exterior de sumisión y respeto.

En otras palabras, declarar la "superioridad de la mesura" implica la exaltación de la forma, de los modales, de la afectación. En menos palabras aún, se trata, precisamente, de la tilinguería más redonda. Y si la declaración de superioridad de la guranguería sería intolerable, la declaración de superioridad de la tilinguería lo sería mucho más, porque estaría basada en la afectación, en la hipocresía, en el "éste yo del Doctor Merengue." Y en Política, vamos, la declaración de superioridad de la mesura es una franca muestra de sometimiento a un no hacer nada que altere la anhelada paz social del pequeñoburgués; una vocación enfermiza a arrojar toda la basura bajo la alfombra hasta que reviente de gorda; una enfermiza predisposición a someterse al poderoso.

No hay nada más chocante al buen gusto de un hijo de vecino que otro hijo de vecino jugándola de extraño.


Alfredo Arri

o0o

4 comentarios:

  1. La personalidad de alguno de estos personajes parece más que producto de la casualidad el consecuencia de una intensa búsqueda por asimilar el “personaje tipo” en el que se sienten cómodos y una vez instalados en tal (im)postura, aún frente al ridículo (por inadecuación) se les hace difícil salir de él.
    Petimetre, dicen que viene del francés, petit maître, (maestrito) está referido a los personajes que cuidando en demasía las formas pretenden ser más de lo que son, o aparentarlo. En mi barrio tenía que ver con los que desayunaban bronce preparándose para llegar a estatua (ecuestre o no).
    Pedante (del italiano maestro a domicilio) en español se refiere a los sujetos que hacen alarde inoportunamente de sus conocimientos.
    Saludos Alfredo y cuide el colesterol.

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  2. petimetre, maestrito ciruela... q bien les caben a uds. estos adjetivos q endilgan al gran Pepe Eliaschev

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  3. fe de erratas:
    donde dice "...la casualidad el consecuencia..." debe leerse "...la casualidad, la consecuencia..." bueno no mejora mucho pero...

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  4. Anónimo, te confieso alguna vez también creí que el Pepe era grande, ahora sé que aspira a voluminoso.
    De "anónimo" a anónimo.

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