1. Cada diez años. Cada cien años.El miércoles 27 de octubre de 2010 estaba signado por el calendario de la burocracia para ser la fecha en la que se había de desarrollar el acontecimiento destinado a ser el hecho político de la semana. Ese acontecimiento era el
Censo 2010 y la causa de que esta acción gubernamental burocrática pudiera convertirse en el hecho político de la semana se debía a la infatigable prédica del Ciber Grupo de Tareas de la derecha cerril cuyos miembros, desde sus computadoras hogareñas habían lanzado la descabellada idea de boicotear el Censo Nacional.
Descabellada en varios sentidos, pero, limitándome al más básico de esos sentidos, diré descabellada por su inutilidad. Los ciber valientes del
Partido Procesista, no tuvieron en cuenta que ellos, siendo -digamos- cincuenta mil activistas del teclado, no podrían alterar jamás -en términos estadísticos- el contenido de un Censo de cuarenta y tantos millones de individuos. Pero, claro, no era descabellado imaginar que ante la movida, fogoneada por los medios del poder enemistados a muerte con los Kirchner -hasta ese momento
los Kirchner- podrían producirse acciones de provocación que, aunque aisladas, serían generosamente ampliada por los movileros de esos medios hegemónicos y por los demás -digámoslo- de puro repetidores que son a la hora de producir programas de radio o televisión. Porque lamentablemente es así. La
originalidad de una Liliana López Foresi -por nombrar a una de las más reconocidas voces que la juegan de independientes de los medios hegemónicos, desaparece ni bien comienza el día leyendo los titulares de Clarín, La Nación y sobre el contenido de estos dos diarios desarrollan el borrador de su propio programa. En el
formato, pues, no se diferencia en nada con una Magdalena Ruiz Guiñazú -por nombrar a una de las más conchetas voces de la patria sojera-. Perdón, de la puta patria sojera. De la puta oligarquía.
De todos modos, aun sin pretensiones en la elección del programa, ni bien me levanté encendí la radio.
A ver por dónde saltan los hijos de puta que pretenden boicotear el censo. A ver si se animan a lastimar a un pibe o piba de los designados para el censo. Ya están cebados con Mariano Ferreyra..., pensé
Y entonces escuché lo que jamás imaginé que había de escuchar esa mañana del 27 de octubre de 2010, alrededor de las nueve y media de la mañana:
Murió Kirchner. Apuré el control remoto de la tele y, efectivamente, la noticia se repetía en todos los canales de noticias. Casi inmediatamente comenzó a sonar el celular.
¿Estás viendo la tele? ¿Viste lo que dice la tele? ¿Te enteraste? ¡Qué cagada, hermano!Sí, una cagada. Una desgracia. Una enorme calamidad.
Un censo ocurre una vez cada diez años. Pero una calamidad de éstas, una vez por siglo.
2. Números.El censista pasó. El censo pasó. A la noche, los conocidos que habían participado en el mismo comentaban: en algunas casas celebraban la muerte de Néstor. En otras casas, se lo lloraba.
¿Cuántos festejaron? ¿Cuántos se lamentaron? ¿Cuántos lloraron? Ningún censo lo podrá establecer jamás. Sólo una elección presidencial, que será dentro de un año, nos dará respuestas aproximadas a esas preguntas. No hay otro modo.
Muchos fantaseamos que Cristina Fernández se presentará a la reelección y que ganará por la mitad más uno en la primera vuelta. Pero
fantasear es un verbo que se deslíe por sí mismo.
Además: en nuestro país, un año es una eternidad. Y por último, o también: nuestra oligarquía es muy, pero muy malparida.
Peligrosa. Vengativa. Cruel. Sanguinaria. Dañina.
Un año son trescientos sesenta y cinco días. A diez dardos envenedados por día, serán tres mil dardos envenenados más que recibirá Cristina Fernández y que se sumarán a los cien mil que ya recibió. Y después, si llegase a triunfar...
¿Habrá cuerpo que aguante?
Néstor Kirchner no aguantó.
3. Ucronías.En algún momento de esa fatídica mañana de miércoles y entre mate y mate, la Negra dijo: "Si hubiese estado Kirchner en la Presidencia y no Cristina, la calamidad habría sido mucho peor". Sí, hay veces en que no nos podemos resistir a la especulación contrafactual. Y entonces le respondí: "Si el presidente hubiese sido él y no ella, no habría muerto". Así de sencillo. El bobazo le dio porque la Presidenta era su esposa, su mujer, su compañera de toda la vida y llevaba soportando tres años de crudelísimos ataques de furia por parte de la caterva de cobardes que componen las fuerzas de choque literaria de la derecha neoliberal y mucho más de la derecha cerril.
Sí, es mera especulación contrafactual, es verdad. Pero te desafío abiertamente: desmentimelá. No podrías. Al menos con un buen argumento.
La civilidad, los principios y tal vez el mismo carácter le impedían a Néstor Kirchner adoptar la respuesta más saludable: encarar al ofensor cobarde, tomarlo de las solapas y espetarle:
La próxima vez que escribís lo que escribiste de mi mujer te rompo la cara, hijo de puta. O rompérsela directamente, de una. Pero claro, eso no se puede hacer. Hay que tragar.
Y en tres años, esa lista de malparidos se hizo tan grande... ¡Tan grande!
No resistió. Todo para adentro y responder con amor. No; así no hay cuerpo que aguante.
No sé qué pasará con Cristina Fernández. Pero de algo sí estoy segur: Ella, si es por el modo de responder o el modo de no responder, jamás morirá de un bobazo. Es mujer.
Cuídense, hijos de puta. Porque si Cristina actúa con la carga emocional que ustedes mismos le acaban de dar, están perdidos.
Es una tesis, claro. Dudé mucho en escribirla, en postearla. Pero al final decidí jugarme. Después de todo, no he comprado ninguna de las biografías de los Kirchner. Ni la de la de la patética gorila decadente Silvina Walger, ni la que se podía componer a partir de una infidencia de Julio Grondona. Ninguna. Ni la que dice que ella era la pobre mujer sometida a los caprichos violentos de él; ni la que dice que él era un pobre calzonudo sometido a los caprichos de ella. Así que elijo la mía. Y en la biografía que me compuse, la tesis expuesta encaja. En el amor a la mujer, a la compañera, está la causa última del bobazo.
4. Pueblo.El pueblo ganó las calles y pobló las plazas. Al toque. Ni bien se marchaba el censista, allá iban: hombres, mujeres, jóvenes y veteranos... a la Plaza. A Plaza de Mayo. ¿Para qué? No hay respuesta para esa pregunta: algo de adentro de cada quien empujaba. A la calle. Algo así como aquella reacción visceral cuando el lastimoso Fernando De La Rúa usó la cadena nacional para declarar el estado de sitio, aquel 19 de diciembre de 2001.
Y al día siguiente, el pueblo volvió a ganar las calles y volvió a dirigirse a la Plaza de Mayo. Esta vez para ingresar a la Rosada, en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos, y para gritar en plena capilla ardiente:
¡Aguante Cristina. Fuerza Cristina. Así fue. Sin embargo, para algunos no fue así. Para algunos, no fue el pueblo. Escribió Jorge Fernández Díaz para su columna de La Nación de hoy:
Esta gigantesca masa humana no representa ni al "pueblo" ni a la "sociedad" ni a la "gente" ni a las "mayorías", todos conceptos abstractos y manipulables. Pero tienen la elocuencia de un fenómeno social que no puede ser minimizado.
fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1319929
Una
gigantesca masa humana que tiene la
elocuencia de un fenómeno social... pero que no es pueblo.
Si ése no es el pueblo, ¿el pueblo dónde está?
¿En los enfermitos que salieron a tocar bocinas al conocerse la muerte de Néstor Kirchner? Y, sí, también. Pero son minorías de pelotudos que pretenden ignorar que celebrar la muerte es llamarla para los suyos; que brindar por el mal es incitar a que el mal se ensañe con cualquiera, incluso con los propios seres queridos.
Enfermitos habrá siempre.
El pueblo estuvo en la calle. Para tronar bocinazos de algarabía ante la muerte del odiado, o para llorarlo de cuerpo presente. Unos fueron más que otros. Muchos más. Muchísimos más.
Fue el
pueblo, aunque no le guste a los Fernández Díaz. Una muy importante parte del pueblo.
5. Las señales y la siembra de vientos.Nadie sabe qué pasará a partir del lunes. Yo, menos que nadie; apenas si puedo desbrozar deseos de realidad. Pero sí puedo describir la continuación segura, esto es, que los zopilotes alzaron vuelo apenas supieron de la muerte del hombre y desde entonces revolotean sobre su cadáver. Algunos ya ensayaron sus descensos con las garras abiertas. Son así. Está en su naturaleza de carroñeros.
Es la hora de sacarse a Moyano de encima, dijo Rosendo Fraga, el heredero del copyright del argento vocablo
fragote.
Es hora de unificar el peronismo, sentenció Jorge Asís, el último de los turco-neoliberperonistas.
Son así. Está en su naturaleza carroñera.
A partir del lunes caerán en picada sobre La Rosada todos los zopilotes, todos los caranchos, todos los buitres. Nadie sabe cómo saldrá de ésta la presidenta CFK. Es imposible imaginarlo siquiera. Sólo sé que el ejército carroñero iniciará la ofensiva. El pueblo movilizado los inmovilizó, pero sólo por unos días. A partir del lunes, volverán a movilizarse en ordenadas columnas carroñeras.
CFK dio algunas señales de firmeza, es verdad, pero... el ejército carroñero no se amedrentará. Todo lo contrario. Subirán la apuesta. La odian. La odian con ganas. La odian como jamás odiaron a ningún y ninguna otro y otra.
Y están dispuestos a todo; incluso a sembrar vientos.
6. Rápido pa' las encíclicas, el pope.Rápido como ningún otro antecesor suyo en el papado sindical,
Su Santidad Hugo Antonio I reunió a un Concilio apenas conocida la muerte de Néstor Kirchner. En pocas horas, sus eminentísimas autoridades eclesiales sindicales decidieron canonizar a Néstor Kirchner quien, a partir de la
Encíclica Buenos Aires 2010, ingresó en la iconografía canónica del peronismo.
Es oficial. O sea, a partir de ahora, cada peronista deberá reconocer como las figuras canónicas del peronismo a Juan Perón, Eva Perón y Néstor Kirchner. Los curas de barrio ya empezaron a repartir estampitas. En
Miradas al Sur de hoy se menciona, por ejemplo,
la máquina de coser. Habrá que ver cómo hacen los peronistas ortodoxos para deshacer esta canonización. Ahora es impensable semejante contraataque, pero nadie ve como posible la unificación del peronismo bajo la bandera de Perón, Evita y Kirchner. A la corta o a la larga, un Eduardo Duhalde (o su equivalente político) soñará con ordenar:
Bajen el retrato de Kirchner.
Al universo le gustan las simetrías, sentenció el argentino más célebre. Pues bien: la imagen no podría ser más guarra: Eduardo Duhalde ordenando bajar el icono de Néstor Kirchner de toda la iconografía peroniana.
Dos digresiones alrededor de este tema. Una: ¿Qué diría Néstor Kirchner al anoticiarse que fue emparejado a un Juan Perón? No lo sabremos nunca, por supuesto. Un José Pablo Feinmann podría imaginar que Néstor Kirchner no estaría feliz de esa igualación, en términos éticos. (
leer esta jugosa nota, por ejemplo)Otros, en cambio, podrían imaginar que sí, que NK se sentiría feliz de esa igualación. Algo así como un reconocimiento a
que hizo bien los deberes, El canonizador, Hugo Moyano, dio un reportaje a radio nacional el día sábado y dijo que el peronismo era la única ideología supérstite de estos tiempos, y que terminaría por imponerse en el mundo, donde han fracasado el comunismo y el neoliberalismo. Sic.
¿La cazás? Bueno, si no la cazás, lo siento. Hay un enigma existencial y ético, man, que se arrastra desde 1943/45. Eso es lo que habrá que dilucidar.
De todos modos, repito, para resolver ese enigma, tendrán que transcurrir muchas generaciones más.
La otra digresión: la tan anhelada
reunificación del peronismo, en estos tiempos, es una quimera. Un objetivo imposible. Hay un peronismo nac&pop y hay un peronismo fascistoide, decididamente procesista. O se forman dos partidos bien diferenciados ideológicamente, o una parte
aniquila a la otra. Y de estas dos tendencias ideológicas, ya sabemos cuál es la que gusta
aniquilar.
A menos, claro, que se siga creyendo, como cree o predica Hugo Moyano, que las ideologías han muerto. ¡Minga murieron! Están más vitales que nunca.
7. ¿Qué pasará?Nadie lo sabe. Lo que sí es seguro es que esto se ha puesto bueno para seguirlo de cerca. Este último concepto, ¿te pareció duro, o frío? Y sí, lo es: son las paradojas que produce la muerte.
Otra cosa sí es segura: en 2020 habrá otro censo. Eso espero. En una de ésas, hasta capaz que lo veo y todo. Lo que ya no veré es un nuevo terremoto político como el que produjo la muerte de Néstor Kirchner. Eso se da cada cien años. Acaeció el miércoles 27 de octubre de 2010 y estamos muy lejos de se apaguen sus réplicas y reverberaciones.